United States or Sri Lanka ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y callaba igualmente su pelea con el amo, después de salvar a Mari-Cruz; la franqueza con que le había censurado y el arrebato de don Luis queriendo abofetearle, como si fuese un matón de su comitiva.

Interrumpiendo su ristra de lugares comunes, dichos campanudamente, como si estuviera en la escuela, añadió en voz baja, guiñando maliciosamente los ojos: ¿Se ha fijado, señor Bautista, en toda esta gente?... Ayer hablaban pestes de usted y su familia, y bien sabe Dios que en muchas ocasiones les he censurado esa maldad.

Lo que convenía era la condenación de Antoñuelo para escarmiento de otros pícaros y para seguridad y descanso de las personas pacíficas y honradas. Don Andrés había censurado siempre la compasión malsana que los criminales suelen inspirar en nuestro país y había apludido la impaciente severidad con que los yanquis linchan sin escrúpulo a quien la justicia anda reacia en dar el merecido castigo.

Finalmente, en alguno de los incendios de Palacio, debió de desaparecer uno ecuestre que hizo al Rey, el cual expuso al público, y habiéndole censurado el caballo, enfadándose por la ignorancia ajena o modestamente convencido del error propio, lo borró.

A veces he censurado yo en Víctor Hugo no pocas extravagancias, pomposidades y relumbrones falsos y de mal gusto, pero, a pesar de estos defectos, que yo noto para que no se me acuse de idolatría, siempre me he complacido en reconocer y confesar que por lo fecundo e impetuoso de su abundante vena, por su maravillosa fantasía y por su destreza magistral en el manejo de la lengua, del metro y de la rima, Víctor Hugo es, si no el primero, uno de los mayores líricos y épicos de nuestro siglo, rico en poetas más acaso que ningún otro de los siglos pasados.

Y sostenida por el pernicioso ejemplo de aquellas mujeres a las que tanto había censurado, miró a su antiguo dependiente con ojos en que se revelaba un impudor razonado y tranquilo. Al fin pensaba ella para consolarse , el señor Cuadros, aunque ramplón y vulgarote, era un hombre aceptable, y no tenía que resignarse ella, como otras mujeres, a buscar la protección de un valetudinario repugnante.

Más tarde regresó á París, donde publicó el libro «Flechas de oro», que obtuvo gran éxito, y se batió con Alberto Wolf, que había censurado sin miramientos la obra de Banville. El desafío fué á pistola. Al oír pasar cerca de su cabeza la primera bala, Glatigny se volvió hacia sus padrinos, diciendo con resignación exquisitamente cómica: «Está visto que han de silbarme en todas partes...»

Cierto caballero influyente en la comisión de gobierno interior del Senado, que había menester una plaza vacante para uno de sus protegidos, supo que Pepe era hermano del clérigo autor del sermón censurado por la prensa y, sin otro motivo, logró que le dejaran cesante.

Los eruditos, que á principios del siglo XVII habían censurado con tanta acritud la forma nacional del drama, y recomendado la observancia de las leyes de los antiguos, enmudecieron casi por completo hacia fines de la época en que vivió Lope de Vega.

Me consuela de mi contradicción y me mueve á creer que no debo ser censurado por escéptico, sino aplaudido por sincero, el notar que la contradicción mencionada no está sólo en mi, sino también en todos los espíritus. El arte debe ser por el arte. El poeta no debe proponerse la demostración de ninguna tesis: no debe enseñar, sino deleitar.