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El 29 Su Majestad se encontró torpe para hablar, torpe para discurrir. Empezaba a reinar en él una indiferencia triste. Le pusieron cantáridas en la nuca. Con esto el Rey de España se reconoció otra vez Rey de España. La mostaza, prolongando un reinado, tomó parte en la historia. Los médicos parecían satisfechos y quisieron ver cenar al Rey.
Se pusieron a cenar, y mi amigo durante la cena y después de ella trató de captarse las simpatías, o por lo menos la benevolencia de la señora, prodigándole muchas atenciones y dirigiéndole a menudo la palabra. Todo fue inútil: la china contestaba con su gruñido acostumbrado, o a todo más, con algún monosílabo que revelaba su mal humor.
Todavía, para mayor remordimiento, añadió unas cuantas cuchilladas... En la misma noche, estando su padrino invitado á cenar, el notario habló de cierto retrato adquirido meses antes en las inmediaciones de Játiva, ciudad que miraba con interés por haber nacido los Borgia en una aldea cercana. Los dos hombres eran de la misma opinión.
Llama usted secuestro á estar en una estufa deliciosa con personas bien educadas... Además, si usted quiere, vamos á llamar á miss Maud Harvey y á rogarla que le guarde á su lado hasta que miss Hawkins salga de esta casa y Jacobo con ella. En cuanto los dos se hayan marchado, tendrá usted toda libertad para entrar en los salones y cenar con los invitados de su suegro.
Al otro dia le trae la vieja de almorzar, le visita las espaldas, se las estriega con otra pomada, y luego le trae de comer: á la noche vuelve, y le trae que cenar. El tercer dia fué la misma ceremonia. ¿Quién es vm.? le decia Candido; ¿quién le ha inspirado tanta bondad? ¿cómo puedo darle dignas gracias? La buena señora nunca respondia palabra, pero volvió aquella noche, y no traxo que cenar.
Sea lo que fuere, y ya que la cena que nos regalan viene, á cenar y á beber, á ver si comiendo y bebiendo se me aplaca el dolor del cintarazo dijo el otro soldado.
Acabando de cenar me dió un lacayo de V. Ex.^a su despacho, y auré de tornar a començar esta carta, pues no supe de la primera vez. Digo, pues, que acabándome con no cenar, ni comer, porq. no me sustenta este pan material, me llegó la carta de V. Ex.^a, q.^e es mi pan del alma, y del cuerpo por el consiguiente. De suerte q. V. Ex.^a me sustenta absente, como presente.
Gonzalo sintió apretársele el corazón. Guardaron silencio obstinado un buen rato. Al cabo don Melchor dijo: ¿Vienes a cenar, Gonzalito? Ahora no tengo apetito, tío; allá iré un poco más tarde. Bien, pues hasta ahora pronunció tristemente el señor de las Cuevas. Y se alejó lentamente en dirección de tierra, perdiéndose a poco entre las sombras.
Pues la haremos un día que esté la mar a propósito y no vaya don Alejandro, que tras de marearse, no tiene los ánimos de usted. Se quedó en ello y se habló algo de la partida campestre de la mañana y de los dibujos de Leto; hasta que se dio por terminada la tertulia, yéndose a cenar los de casa y a la calle los de fuera. Cartas cantan
Ya en esto llegaba la noche, y, por orden de los que venían con don Fernando, había el ventero puesto diligencia y cuidado en aderezarles de cenar lo mejor que a él le fue posible.
Palabra del Dia