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Clara estaba orgullosa de su hermano. Este orgullo inspiraba celos a Tristán, que se sentía humillado. Aunque tenía la consideración de no contradecir estas expansiones del cariño fraternal guardaba, cuando estallaban, un silencio desdeñoso, y este silencio hería a su vez a Clara.

»Siempre que Carlos encontraba a Fiamma o a su marido en el parque separadamente, les hablaba con cariño y amistad alentándolos en sus tareas y no separándose de ellos nunca sin darles una prueba de su generosidad. Cuando los encontraba reunidos, volvía la cabeza y no les dirigía la palabra. »Creo que ama usted a Fiamma le dije un día riendo, y que tiene celos de Bautista.

Si parece que su marido no le hace mucho caso, no recurra a los celos; éstos son mal excitante, que dejan en pos de microbios de reproches y de discusiones. Tampoco sirve de nada una visible tristeza; la mujer triste pierde mucho de su encanto o impacienta a su marido. Cierto que excita a los otros; lo cual es una compensación... DORA. ¡Una compensación para las coquetas...!

¡Hum!... En fin, habrá perdido el tiempo, y por mucho que digan, mal de muchos... Raúl había eludido hábilmente la cuestión, y la pobre niña, engañada con aquellos fingidos celos, no pensó más que en justificarse, olvidando sus propias ofensas y sus secretas aprensiones.

Pluguiera a Alá Que vuestro hermano no fuera, Y que este amor fin tuviera, Que el de mi vida será, Y que celos y querellas Tuviera más que llorar Que arenas tiene la mar Y que tiene el cielo estrellas. Por bienes que son tan raros Era poco un mal eterno; Que penas, las del infierno Eran pocas por gozaros. Mas, pues vuestro hermano fuí, No despreciéis mi deseo. JARIFA. Antes le estimo, y te creo.

Por grande que fuera la angustia de su alma, por más, que ella hubiera decidido quitarse la vida y lo hubiera anunciado, la cristiana tenía que detenerse en el último instante. Pero como tampoco podía ya vivir, dados los celos furiosos de aquel desgraciado, provocó a este mismo para que la libertara.

En cuanto a él, convencido de que tenía un rival afortunado, no descuidaba nada para encontrar alguna circunstancia que confirmase sus sospechas, y la casualidad se puso al servicio de sus celos de la manera más funesta, conduciéndole al lado de mi madre en el momento en que recibía los últimos besos de su esposo.

Se me ha ocurrido, pues, la idea de que, acaso bajo el título de La selva confusa, se halle la comedia de Calderón, que se creía perdida, titulada Certamen de amor y celos, porque por lo menos el argumento de la una y la firma de la otra concuerdan á este objeto.

30 o del marido, sobre el cual pasare espíritu de celo, y tuviere celos de su mujer; la presentará [entonces] delante del SE

Decidióse á entrar en una cervecería y tomar algo, pues no había comido, «¡Vaya con Antoñico! se decía mientras mascaba distraídamente. ¡Ya lo creo que trabajará por que Soledad se quede en su casa! ¡No se relamerá poco ese tío podrido teniéndola al alcance de la mano!... ¡Valiente verde de restregones y achuchones se dará en estos días!» Y en su corazón, que la tristeza oprimía, sintió de pronto la quemadura de los celos.