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Esto es un prodigio, un milagro; pero la madre tiene el don celestial de hacer milagros y prodigios. Sobre una madre no hay nada en el mundo, nada absolutamente más que Dios. No se me puede tachar de indiferente, ó de descastado. Adoro á mi madre, adoro á todas las madres de la tierra; adoro á las madres, no á las ayas. ¡Misterio incomprensible!

Con ella cada paso es un prodigio; tras cada lucha un triunfo; a cada hora cede el de Tracia al celestial prestigio, y el de Etiopía con pasión la adora, y el ateniense sabio, el muelle frigio, el que de Libia en los desiertos mora, el que se apoya en pérsicos divanes, y el que enfrena soberbios alazanes.

Las paredes del templo, si bien blanqueaban sin mácula por el reciente enjalbiego, se veían en parte cubiertas de rojo damasco, aunque el damasco era poco, y era más el filipichín que lo remeda. A ambos lados del altar de Santo Domingo admiraban los fieles multitud de exvotos, claro testimonio de la potencia milagrosa de su celestial abogado.

Chazallon lo dice: «La ondulación de la marea en un puerto sigue la ley de las cuerdas vibrantesSentencia grave y de gran alcance, que nos da á entender que las relaciones de los astros entre , son las relaciones matemáticas de la música celestial, según afirmara la antigüedad.

Si me despierto en el silencio de la alta noche y oigo que algún campesino enamorado canta, al son de su guitarra mal rasgueada, una copla de fandango o de rondeñas, ni muy discreta, ni muy poética, ni muy delicada, suelo enternecerme como si oyera la más celestial melodía. Una compasión loca, insana, me aqueja a veces.

Amor es el fin de la ley de gracia.» ¡Cuán mezquinas parecen luego las palabras del filósofo moderno que ha dicho que el amor es sólo impulso de los sentidos, que toma origen en el celo! : amor es esencialmente celestial; la hipocresía, exclusivamente humana.

Aquella aparición en el campo de batalla, en medio del zumbido de los cañones y del choque de las armas; la inesperada presencia ante de aquella cara celestial, fielmente reproducida por un buen artista; la sonrisa iluminada que creí observar sobre la placa, cuando fijé en ella mis ojos; aquella repentina visita, pues no era otra cosa, de mi fiel amiga, cuando yo hacía tan vivos esfuerzos para ser digno de ella, me regocijaron de un modo inexplicable.

Este noble pensamiento penetraba en el espíritu de la dama como un rayo de luz celestial. Ya podía contar con algún sostén en las borrascas que su vida ulterior le trajese.

12 Y suéltanos nuestras deudas, como también nosotros soltamos a nuestros deudores. Amén. 14 Porque si soltareis a los hombres sus ofensas, os soltará también a vosotros vuestro Padre celestial. 15 Mas si no soltareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os soltará vuestras ofensas. 17 Mas , cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro;

Ponía los ojos en blanco, las manos en cruz y los hombros a la altura de las orejas para decir: «hay una ventana en el Castillo de Ponferrada que... vamos... no puedo expresar lo que es aquello...». Creeríase que por la tal ventana se veía al Padre Eterno y a toda la Corte Celestial. «Caramba con la ventana pensaba Jacinta, a quien le estaba haciendo daño el almuerzo . Me gustaría de veras si sirviera para tirarte por ella a la calle con todos tus condenados castillos».