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No; ahora Belarmino no cavilaba sobre el problema del conocimiento, sino sobre el problema de la conducta; no le preocupaba lo que debía pensar, sino lo que debía hacer.

Pero el proceder de Mabel de venir aquí a verse con este hombre, fuera quien fuera, me llenaba de confusión y embarazo. ¿Por qué no se veía en Londres con él? cavilaba yo. ¿Sería tan poco presentable este novio, que su aparición en Londres fuese cosa imposible?

Pues entonces prefiero el lote que le ha tocado a ésta en suerte declaró de una manera que me hizo comprender que algo la debía haber incomodado. Yo, por mi parte, hubiera sentido muchísimo que la señora Percival le hubiera consentido ir sola a Herefordshire, pero era evidente que tenía alguna razón secreta para no querer que su respetable compañera fuera con ella. ¿Qué podría ser? cavilaba yo.

Advertido de su distracción, apostrofolo el Chucro, apuntándole al pecho con la carabina: ¿Por qué te quedas papando moscas? ¡Acabá de una vez el pozo, si no querés que te entierre antes que al comisario! Peñálvez se secó el sudor de la frente y siguió cavando. Entre los golpes de pala cavilaba cómo daría, cuando volviera, la noticia de su viudez a la mujer del comisario.

Por más que cavilaba, no veía otro modo de vengarse, de castigar a su hija y de adquirir el derecho e imponerse el deber de defender a Juanita contra todos que el de ofrecerle su mano y casarse con ella. ¡Ay de aquel que se atreviese entonces a decir nada ofensivo contra Juanita, aunque ella estrenase cada día otro vestido de seda!

Cavilaba si ese documento, dedicado a ella solamente, escrito por el que no existía ya, y que había destruido la noche anterior, no tendría alguna conexión con el secreto de Herberto Hales. En verdad, cualquiera que fuese la índole de lo que ese hombre sabía, el hecho es que era tan poderoso su secreto, que la obligaba a venir de Londres para arreglar con él, si era posible, las condiciones.

Fuese esto verdad o mentira, implicaba una consideración, un respeto, una atención tan delicada hacia la mujer del empleadillo, que Elisa se llenaba de ira y hasta de envidia cuando en ello cavilaba. Mientras más esfuerzos hacía por no cavilar, más frecuentes eran las cavilaciones.

Rarísima vez se daba el caso de que ella le hiciese una caricia; para obtenerla, tenía Maxi que echarle memoriales, y lo que lograba era como limosna. Es que Fortunata no servía para cortesana, y sus fingimientos eran tan torpes que daba lástima verla fingir. El joven farmacéutico tenía momentos de horrible tristeza, y cavilaba mucho.

Pero, de otro lado, nada se insinuaba en él que trascendiese a homme aux femmes ni a Periquito entre ellas. No delataba el aplomo del cura conquistador ni el hipócrita y meloso encogimiento del curilla faldero. Si acaso el favor de las damas le había encumbrado, sería, probablemente, sin él haberlo buscado con singular empeño. Así cavilaba yo, entre la sopa y el cocido.

De esta suerte cavilaba Poldy, forjando y desbaratando casos fantásticos. Era como el niño que se entretiene en levantar con esmero y conservando bien el equilibrio un alto y complicado castillo de naipes, y luego le derriba para divertirse y jugar levantando otros. En suma; Poldy no sabía a qué atenerse ni por qué decidirse.