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Aquí podrían entrar los espectros sin causarnos temor: y de tal manera se adaptarían al medio ambiente, que no experimentaríamos sorpresa alguna si, al dirigir la vista á nuestro alrededor, descubriéramos la forma de un sér querido, aunque ya ausente de este mundo, sentada tranquilamente á la luz de este mágico rayo de luna, con un aspecto tal, que nos haría dudar si es que ha regresado de la región ignota, ó si nunca se alejó del hogar doméstico.

El moro, enemigo taimado y audaz, no perdona nunca medio alguno para causarnos el mayor mal posible; protegidos por la obscuridad han caído sobre pueblos inermes, ocasionando innumerables víctimas, haciendo centenares de cautivos; encastillados y defendidos por los bajos y arrecifes que circundan sus islas, están siempre listos para sorprender las embarcaciones que por allí se aventuran, cautivando á sus tripulantes y haciendo buena presa de los cargamentos.

Ahora no ha hecho sino ratificar con un nuevo acto de franca hostilidad el poco cariño que le inspira la República cubana, y esto no debe sorprender á nadie, del mismo modo que no debe causarnos extrañeza que el ministro Beaupré y el mamarracho de Caldwell, corresponsal en esa capital de la Prensa Asociada, hayan sido los responsables de que un almirante y dos grandes acorazados de los Estados Unidos se encuentren hoy en la bahía de la Habana, pues ambos se han distinguido siempre por.... por.... ¡bueno! por lo mismo que se distingue el flamante Cónsul de la Gran Bretaña en Guantánamo.

Pues bien; lo que más urge ahora es desenredar este misterio de la reina, ver claro: saber cómo, por dónde puedan entrar personas extrañas en la cámara de la reina, y cómo la misma reina puede salir sin ser vista de nadie. Hay ciertos pasadizos en el alcázar que han estado á punto de causarnos graves disgustos.

La condesa tomó el billete y lo leyó. Al principio sus labios se contrajeron de rabia; pero en seguida una sonrisa irónica apareció en sus labios. «Parto para salvarte. Dentro de algunas horas serás libre para siempre»... ¡Ah! ¡Ah! ¿No es más que esto? ¡Ya veremos! El cuarto de Elena está cerrado, ¿no es cierto, Mathys? ¿No comprendéis que es una nueva molestia que Federico quiere causarnos?

El afan de aquella muchacha no dejó de causarnos cierta impresion, y apenas nos sentamos en el carruaje, dije yo al brigadier: A un loro; Julia Amengual Da de besos un tesoro. Y á esto dice Don Pascual Qué á falta de otro animal Pasa el rato con su loro.

Por débiles que parezcan estos orígenes del drama, cuando se busca en ellos lo que hoy entendemos por esta palabra, no dejan de causarnos placer sus rasgos aislados, llenos de gracia, sencillez é ingenio, y su versificación fácil y armoniosa, que se desenvuelve sin trabajo en sus artísticas estrofas.