United States or Mauritius ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y lo que me fatiga es que no la puedo castigar ni reñir: que el ser ella secretario de nuestros tratos me ha puesto un freno en la boca para callar los suyos, y temo que de aquí ha de nacer algún mal suceso.

Mañana mismo te llevo a confesar con don Aquilino. Bueno, dale memorias a don Aquilino. ¡Espera, espera, grandísima picara! gritó la señora haciendo ademán de levantarse para castigar a su hija. Pero en aquel instante aparecía en la puerta la figura de don Rosendo con bata multicolor y gorro de terciopelo con borla de seda. ¿Qué pasa? preguntó sorprendido viendo la actitud airada de su esposa.

Y en esto no porfiemos, porque ved que yo no he de dejaros por todos los hombres del mundo, así sean gigantones de los que por los libros de caballería se encuentran, y que si no os dejo, él sobre vendrá y provocarame, y en trance me pondrá de que yo le ponga de manera que más mal que el que ha hecho no pueda hacer a nadie en este mundo; y otrosí, señora mía, que a doña Guiomar tengo prometido castigar a ese su contumaz y peligroso contrario.

Es verdad esto, Silvia? Verdad dice. Que le pediste á él? Poco te importa Saber lo que yo á Aurelio le pedia. Concediotelo al fin? Como yo quise. Entraos á dentro, que por fuerza os creo, Porque si no os creyese, convendria Castigar vuestra culpa con mil penas. Vanse.

Hijo mio, yo no he hablado de castigo y si de perdon y de penitencia: vos sois quien debe escoger; nuestros dogmas y nuestra fe me han dado el poder de dirigir a los pecadores por la senda de la esperanza y de la virtud, y dejo al cielo el derecho de castigar: "La venganza pertenece a mi solo," ha dicho el Senor, y es con humildad como su siervo repite estas augustas palabras.

Y así era la verdad; porque, habiendo caído el Diablo con el rucio, por imitar a don Quijote y a Rocinante, el Diablo se fue a pie al pueblo, y el jumento se volvió a su amo. -Con todo eso -dijo don Quijote-, será bien castigar el descomedimiento de aquel demonio en alguno de los de la carreta, aunque sea el mesmo emperador.

Cuanto más, señores guardas -añadió don Quijote-, que estos pobres no han cometido nada contra vosotros. Allá se lo haya cada uno con su pecado; Dios hay en el cielo, que no se descuida de castigar al malo ni de premiar al bueno, y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres, no yéndoles nada en ello.

La última escena es en la corte de Enrique III. Noticioso el Rey de la muerte del comendador de Ocaña, manda castigar severamente al matador: preséntase entonces Peribáñez; expone los motivos que tuvo para dar muerte á su ofensor, y sostiene que se ha visto obligado á hacerlo en defensa de su honor, sometiéndose al fallo de su justicia, si es culpable.

Acaso no los apruebe, y sea el recuerdo mío motivo de disgusto para y para él. Ya me dirás eso que te apena, Linilla, Linilla mía, dime: ¿tienes secretos para ? Dímelo, dímelo. Ya me imagino lo que es: alguna niñería.... No dirás ahora que no te escribo como deseas. El día que no me escribas como sabes hacerlo, yo, a mi vez, te he de castigar, y ¡pobre de ! «¡Adiós, bien mío!

Sólo el ventero porfiaba que se habían de castigar las insolencias de aquel loco, que a cada paso le alborotaba la venta. Finalmente, el rumor se apaciguó por entonces, la albarda se quedó por jaez hasta el día del juicio, y la bacía por yelmo y la venta por castillo en la imaginación de don Quijote.