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Cuando Dunstan Cass le volvía la espalda a la choza, Silas Marner no estaba ni a cien pasos de allí. Volvía penosamente de la aldea. Una bolsa cargada al hombro le servía de sobretodo, y llevaba una linterna de cuerno en la mano. Sus piernas estaban cansadas, pero su espíritu, que no presentía ningún cambio, se sentía ágil.

La mesa de encina y la silla de tres pies de la misma madera no eran de lo que podría esperarse de tan pobre habitación. Habían ido de la Casa Roja con el lecho y otros objetos, porque el señor Godfrey Cass, como todos lo decían en la aldea, se mostraba muy bueno para el tejedor.

Mientras que él hablaba, Eppie había posado tranquilamente su brazo tras de la cabeza de Silas y su mano cariñosa se había apoyado en su hombro; de modo que sintió que el viejo temblaba con violencia. Cuando el señor Cass hubo terminado, el tejedor permaneció silencioso durante unos momentos, habiendo perdido toda energía en un conflicto de emociones, todas igualmente penosas.

Nancy sintió entonces una agitación interior que no pudo dominar la firmeza de su propósito al ver adelantarse al señor Godfrey Cass para conducirla a su sitio colocado entre el suyo y el del señor Crackenthorp; mientras que Priscila fue invitada del otro lado, entre su padre y el squire.

Cuando Godfrey Cass volvió de la fiesta de la señora Osgood, a media noche, no lo sorprendió mucho el saber que Dunsey no había vuelto a la casa.

Raveloe no era un sitio en que la censura de las costumbres fuera severa; sin embargo, se miraba como una debilidad del squire que hubiera conservado a todos sus hijos ociosos en la casa; y, bien que debe concederse cierta licencia a los hijos de los padres que tienen medios, las gentes meneaban la cabeza al ver la vida que llevaba el menor, Dunstan, generalmente llamado Dunsey Cass, cuyas aficiones por la copa y las apuestas podían volverse algo más serio que un pasatiempo juvenil.

¿Y cómo lo sabrían? replicó el viejo chantre con cierto desprecio . Pero mi abuelo hizo la librea de los grooms de ese señor Cliff que vino a edificar las caballerizas de las Gazaperas. Son caballerizas cuatro veces más grandes que las del squire Cass, porque Cliff sólo pensaba en caballos y en cacerías.

El personaje más importante de Raveloe era el squire Cass, que vivía en una gran casa roja que tenía un bonito atrio al frente y altas caballerizas al fondo, casi en frente de la iglesia.

Es por esta razón qué se tomaban disposiciones para que en la mala estación época en que había poco trabajo y las horas parecían largas varios vecinos tuvieran sucesivamente mesa abierta. Así que los platos del squire Cass no eran tan frescos ni tan abundantes, sus convidados no podían hacer mejor cosa que trasladarse a la casa del señor Osgood, en los Huertos.

Había otros terratenientes en la parroquia, pero él era el único honrado con el título de squire; porque bien que la familia del señor Osgood fuera considerada también como de origen inmemorial no habiéndose atrevido nunca los habitantes de Raveloe a remontarse hasta el vacío espantoso en que los Osgood no existían , sin embargo, no hacía más que poseer la granja que ocupaba, mientras que el squire Cass tenía uno o dos arrendatarios que se quejaban a él de los perjuicios que les causaban las liebres como si hubiese sido un señor.