United States or Ethiopia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Me asombro de ver por ahí madres muy cristianas, que celando hasta lo sumo las hijas solteras, ven con indiferencia los pecadillos de las casadas. Yo no soy así; por eso no quiero que se casen mis niñas; no, jamás, jamás. Casadas estarían libres de mi autoridad, y aunque no las creo capaces de nada malo, la idea de que pueden cometer una falta, siéndome imposible castigarla, me horripila.

Sería, pues, muy feo de parte de ella abusar de la generosidad de usted para satisfacer su ambición o su vanidad casándose por cálculo, y también sería muy tonto, porque el cálculo estaría mal hecho. Lo mejor y lo más discreto es que ustedes no se casen y que nadie sepa que ha dado usted este paso.

Descartado el personal y hecho el arreglo, le quedaba el epílogo en que es de ene que todas y todos convertidos al cristianismo se casen en paz y en gracia de Dios, con arreglo á su clase, uniéndose los reyes con reinas, y las princesas con príncipes, y una vez atados con el santo yugo se adelantan al público y ejecutan una especie de loa en obsequio al Alcalde, al Cura y al Gobernadorcillo, y como los nombres y circunstancias de los actuales señores no eran los mismos, ni las mismas que las del original, cuyos individuos hacía muchos años habían muerto, de aquí que mi pobre Directorcillo menudease las consultas con el maestro, y se rascase varias veces todo lo rascable hasta encontrar un centenar de consonantes para aliñar una veintena de quintillas, que gracias á que el Alcalde no entiende el bicol, y el Cura no asiste al espectáculo, que á no suceder lo primero ó lo segundo estarían muy seriamente amenazadas las costillas del Director coplero.

¡A mi mujer con eso! -dijo Sancho Panza, que hasta entonces había ido callando y escuchando-, la cual no quiere sino que cada uno case con su igual, ateniéndose al refrán que dicen "cada oveja con su pareja". Lo que yo quisiera es que ese buen Basilio, que ya me le voy aficionando, se casara con esa señora Quiteria; que buen siglo hayan y buen poso, iba a decir al revés, los que estorban que se casen los que bien se quieren.

¡No me he de preocupar! replica él . Si usted fuera uno de esos bárbaros de cabeza redonda como mi padre, por ejemplo, yo no le diría a usted nada; pero como no lo es, le recomiendo que tenga usted cuidado con sus hijos y con sus hijas: no les permita usted que se casen con individuos de cabeza redonda.

A veces se miraban en silencio. Cada cual esperaba, sin duda, que el otro dijera algo, proponiendo una fórmula de conciliación... Por la tarde se volvió a hablar del asunto; más Rosalía, henchida de soberbia, persistió en sus repugnancias y en poner a Agustín y a Amparo por los suelos... Por la noche, la ilusión del viaje ganó en su espíritu tanto terreno, que se aventuró a hacerse una pregunta inspirada en el sentido recto de las cosas: «¿Y a qué me importa que se casen o se dejen de casar o que ella sea como Dios quiere?». Su alma se inundaba de tolerancia; pero no quería dar su brazo a torcer ni manifestarse vencida, por lo cual esperaba que su marido cediera antes para hacerlo después ella afectando obediencia y resignación.

Luego que los muchachos llegan a la edad de poderse casar, no retardan mucho el verificarlo, ya porque sus padres o el cura les dicen que se casen, o porque los estímulos de la concupiscencia les incitan a ello. Los más se casan con la que les dicen que se casen, pues hasta en esto tienen tan cautiva la voluntad que no se atreven a hacer elección de la que ha de ser su mujer.

Pues dentro de algunos años estarán muertas ó locas... Capitan D se opone á que se casen, y la locura del tío se manifiesta en las sobrinas... Esa es la señorita E, la riquísima heredera que se disputan el mundo y los conventos... ¡Calla! ¡á ese le conozco! el P. Irene, disfrazado, ¡con bigotes postizos! ¡Le conozco en su nariz! ¡Y él que tanto se oponía!...

Ciertísimo... si conozco mucho al viejo, cuando yo estaba de practicante en lo del doctor Trevexo, iba todos los días al estudio. ¿Y a ella la conoces? ¡Bah, bah, de la escuela... era la piel del diablo cuando chica... un potro!... Don Benito, mudo, pero dejando vagar una leve sonrisa por los labios, seguía tocándome el brazo a cada palabra de los indiscretos. ¿Pero será posible que se casen?...

Y se deduce ligeramente que todas las solteronas se encuentran en este caso ridículo y no forman en su conjunto más que una gran colección de «dejadas por cuentaEs injusto exclamé con emoción. No, Magdalena respondió sencillamente la de Ribert. Supongamos que Francisca, Petra y Paulina no se casen. ¿Qué pensará usted?