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El horror le hizo pensar en su propio destino. ¿Adónde le llevaba aquel teniente?... En la plaza vió la casa municipal que ardía; la iglesia no era mas que un cascarón de piedra erizado de lenguas de fuego. Las casas de los vecinos acomodados tenían las puertas y ventanas rotas á hachazos. En su interior se agitaban los soldados, siguiendo un metódico vaivén.

¡Adelante, pues, para salvarla, si no es demasiado tarde! El doctor daba vueltas en su cuarto, buscando algo, sin saber qué. Luego tomó de nuevo la carta. ¿Y qué es lo que me pides? Hija, hija mía, ¿te figuras que sea cosa tan fácil violar un juramento, renunciar, como se arrojaría un cascarón vacío, a los deberes a los cuales uno ha permanecido fiel durante medio siglo?

¡Bien, hombre!... Me alegro de que hayas salido del cascarón y sepas lo que es el mundo. ¡Ah, tunante, qué callado te lo tenías! Pero como todavía se quedase en el despacho adivinándose en su actitud un resto de inquietud, Raimundo, con esa audacia peculiar de las mujeres y de los hombres débiles en las circunstancias críticas, dijo con firmeza: El capital de mi hermana y el mío está íntegro.

Y allí, por último, sobre el dicho retablo, en el cascarón de la bóveda, hay un Juicio final, verdaderamente dantesco, que parece concebido por Giotto. ¡Aquel grupo de resucitados blancos que sube hacia la diestra del Dios Padre, y aquel otro grupo de resucitados negros que marcha lúgubremente por la siniestra, son interesantes y bellos hasta lo sumo para los que en el arte buscamos algo más que forma ó postura académica y realidad anatómica!

¡La esperanza! dijo con tristeza . Ese pobre está muy enfermo, le faltan fuerzas para tenerse en pie, y se traslada, sin embargo, de un hemisferio a otro en busca de salud y dinero. ¡Qué de ensueños van en este cascarón con todos nosotros!... ¡Y si fuese solo! contestó Castillo . Pero le acompañan su mujer y tres hijos. La ilusión de la salud le había hecho desarraigarse de su pueblo.

El joven D. Diego Hipólito Félix de Cantalicio había sido educado conforme a sus altos destinos en el mundo, bajo la dirección de un ayo, de que después hablaremos, y aunque era voluntarioso y propenso a sacudir el cascarón de la niñez, arrastrando por el polvo de la travesura juvenil el purpúreo manto de la primogenitura, su madre le tenía metido en un puño, como suele decirse, y ejercía sobre él todos los rigores de su carácter.

Enseguida se puso a contemplar su propio retrato con bastante mayor avidez que el de su primo. Nada más puesto en razón. Por vez primera se veía en verdaderos hábitos de mujer, sin el menor vestigio del cascarón de la niña ni de la librea de la colegiala; y había mucho que mirar y que considerar en aquella nueva fase de su vida. La tesis de Don Alejandro

Algunos marineros se acostaban deseando morir, y había que levantarlos á golpes. Ulises conoció por primera vez lo que son las olas. Vió montañas de agua, verdaderas montañas, avanzando sobre el cascarón del buque. Su misma enormidad las hacía formar por ambos lados larguísimas pendientes.

D. Diego: si usted, en vez de ser un muchacho apocadito, educado a la antigua y sencillo como un fraile motilón, fuera un hombre atrevido, arrojado..., pues..., como somos todos aquellos que no hemos recibido la educación de Grandes de España; si usted se echara de una vez fuera del cascarón de huevo en que le ha empollado la ciencia de D. Paco y los mimos de sus hermanitas, ahora podríamos lanzarnos a una aventura deliciosa.

No, si lo que yo digo es que el alma tiene el pago que merece, y como el cuerpo no es más que a la manera de un cascarón, cuando este se pudre, a no me asusta el materialismo de hacerse uno polvo. Ya... comprendido dijo el otro con mayor exaltación, y acentuando la contrariedad que experimentaba . Usted es de la escuela de mi hermano Juan Pablo: fuerza y materia. Ya discutiremos eso.