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Pero los hombres hacen otra cosa más heroica... ¡Se casan! dijo Paco Gómez, que ya estaba de nuevo en su sitio con la pareja. Hay ocasiones en que tampoco se casan manifestó Manuel Antonio haciendo una imperceptible mueca por donde Paco pudiese colegir que estaba pensando en María Josefa. Bueno replicó aquél dándose por enterado.

Hoy se casan los pajaritos murmuró Baltasar después de un breve instante de silencio. Día de la Candelaria.... Hoy se casan repitió ella con turbada voz, sintiendo en la palma de la mano el calor de la diestra de Baltasar, que amorosamente la oprimía.

El pudor, la candidez, la inocencia, todas esas prendas, que los hombres estimamos mucho, forman no ya un velo tupido, sino una muralla alta y gruesa, que sirve de reparo al corazón para que no se descubra ni se lea lo que en él importa leer. De aquí el engaño que padecen con frecuencia los hombres más despejados; engaño que no ven sino cuando ya no tiene remedio: después que se casan.

Eso del cántaro no es verdad: es jonjaba que les damos a los payos; mentiras que se tragan, ansí como creen los marditos que robamos a los churumbeles para sacarles las mantecas. No hay cántaro ni na que se le parezca. Algunos, hasta se casan por Roma... Esta, por ejemplo. Y señalaba a su nuera, riendo maliciosamente al recordar los grandes regalos de la boda.

Anda como loca por ese sabio que tienes en tu casa. Deben haberse dado alguna cita. Sólo habla de España, porque allá se casan las mujeres sin dote... De «la Generala» no me hables, no quiero saber nada; está muerta... ¡muerta para siempre! Y yo me aburro en mi soledad, pienso en cosas que me hacen llorar; salgo, y las piernas me traen hasta aquí sin que me cuenta.

En vano su aya o acompañante, aleccionada por Manuel, intentó que principiase a buscar casa, tomar criados, comprar ropas de cama y mesa y encargarse trajes. Felisa no hizo nada; en vez de entregarse a las ocupaciones gratas para cuantas se casan a su gusto, persistió en su inacción: antes parecía amante abandonada que novia dichosa.

Se casan muy jóvenes y aunque no se reúnen con sus mujeres, se les ve tomar estado á los ocho ó nueve años. Les gusta mucho estar junto el fuego; encienden grandes hogueras, y por la noche se acuestan sobre la ceniza caliente; para mayor abrigo suelen poner entre dos árboles una especie de techado de hoja de palma, y por la mañana levantan el campo para volver á dormir donde les coge la noche.

Yo me inclino a creer que las bodas más se hacen por conveniencia y cálculo que por previos y poéticos amores. No quiero decir que así debe ser, sino que así es. Acaso de cada cincuenta, acaso de ciento o más parejas que se casan, una sola se enamoró primero.

Iba una hermana de ella y otras tres personas!... ¡Si me han dicho que se casan!... ¡Vaya si se casarán!... Como que es rica... Su padre tiene no cuántas tiendas... ¡Y yo no soy más que una pobrecita huérfana! Al llegar aquí rompió á sollozar de nuevo. Manolo hizo lo posible por calmarla con reflexiones consoladoras. Velázquez tenía buen fondo y la quería.

¿Qué más he de decir a ustedes? Vengo de comer con ellos y de firmar el contrato. Así, pues, ¿se casan? Judit lo ha querido. Como última sorpresa, sin duda. ¡Tal vez le tenga reservada alguna otra! ¿Cuál? preguntó vivamente el profesor en Derecho. Lo ignoro respondió el notario con una sonrisa; pero se asegura que el anciano Duque, su difunto esposo, no la llamaba nunca más que: mi hija.