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Cuéntase allí, que un caballero dió palabra de casamiento á cierta dama sevillana y noble, poniendo por testigo á la Virgen de la Merced, cuya escultura existía en la iglesia del convento del mismo nombre.

Algunas veces, el corazón tiene necesidad de decir: «Quiero». A lo menos me lo figuro por haberme sucedido ya una vez continuó, titubeando más todavía en torno de un recuerdo que a los dos nos traía a la mente la historia de su casamiento. Dicen que una marquesa de principios de siglo pretendía que por fuerza de la voluntad podía evitarse la muerte. Acaso si murió fue porque se distrajo.

Floristán, joven disipado, está próximo á casarse por mandato de sus padres con la italiana Orfea. Preséntase entonces una dama valenciana, llamada Serafina, á quien él había dado antes palabra de casamiento; despierta su antigua pasión, y lo impulsa á asesinar á su esposa.

Lope prosigue su narración, añadiendo que Blanca sólo consintió á la fuerza en su casamiento, y que él, fruto de esta unión forzada, sufrió en su educación los efectos de ese enlace poco natural.

Apenas se vieron ellos y apenas se hablaron tres o cuatro veces: lo bastante para reconocer que no había motivo para que ellos se repugnasen el uno al otro, sino que, por el contrario, el mutuo agrado, la satisfacción vanidosa de tener por consorte a una persona de gentil presencia y el pleno convencimiento de la inmaculada reputación de esta persona, todo coincidía con la conveniencia de intereses y de miras que había en el proyectado casamiento, en cuyos conciertos intervino más que nadie el padre Atanasio.

En estas condiciones un casamiento con una joven pobre lo llevaría infaliblemente a la ruina.

D. Fernando y Doña Isabel no quisieron tampoco prolongar su casamiento, asi es que contando apenas quince años, esto es, en 1494, ajustaron las deseadas bodas con D. Felipe, archiduque de Austria, duque de Flandes, de Artois y del Tirol, é hijo del emperador de Alemania, Maximiliano I. Ajustadas que fueron, al instante se dió principio á los preparativos de marcha con el boato y solemnidad dignos de la hija de tan poderosos señores.

Un periódico literario de Paris hace tres preguntas, á fin de que los suscritores curiosos se las contesten. Primera. ¿Qué es lo más temible de este mundo? Yo creo que un tonto. Segunda. ¿Qué debe hacer el hombre para evitar los inconvenientes del casamiento? Yo creo que lo mejor es no casarse. Tercera. ¿Cuál es la tendencia favorita de las mujeres?

Después de proclamar oficialmente en la casa el noviazgo y recibir los parabienes de estilo, Vázquez tomó una discreta y delicada resolución... Resolvió irse esa noche a Buenos-Aires, por una semana, para evitar su encuentro con el capitán Pérez. A su vuelta, despachado el capitán, arreglaríase el casamiento para fin de año.

¡Pero si no tiene dinero! Pues ahora lo ha encontrado. La idea del casamiento con Bautista no soló consoló a la muchacha, sino que pareció ofrecerle un halagador porvenir. ¿Y qué quieres que haga? ¿Salir de la casa? preguntó la Ignacia, secándose las lágrimas y sonriendo.