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Traité de thérapeutique et de matière médicale. Paris, 1858. Systématisation pratique de la matière médicale homœopatique. Paris, 1888, p. 348. Estos acuerdos y decretos están referidos en las Cartas de Guy Patin, nueva edicion, por Reveille-Parise. Paris, 1846, t. I, p. 191, y t. III, p. 609. Journal der practischen Heilkunde de Hufeland. Berlin, 1827. Traité de thérapeutique.

Para darla con mejor éxito se eligió un distrito rural; designóse a cada uno el puesto que le correspondía, conforme a sus relaciones en aquellos pueblos, o a sus influencias, y se disolvió el cónclave, a fin de poner en práctica, sin pérdida de un solo momento, el discutido plan. Los trabajos preliminares fueron un aluvión de cartas que inundó el distrito.

El 18 llegó dicho Guzman donde estaba el barco, y habiendo tirado un tiro antes de llegar, viendo el acompañamiento de indios, los soldados de la expedicion se asustaron, á caso por ser los primeros indios que habian visto. Entregó las cartas que llevaba; las leyó dicho Capitan comandante, y leidas dijo á dicho práctico, "caminemos, y mas que se quede el P. Capellan y la comitiva."

Tuvo ocho, pero el pianista mostró luego sus cartas. Nueve otra vez. Y el croupier había barrido para la banca los ciento cuarenta mil del griego. ¡Qué noche! ¡Y pensar que era el tonto de Spadoni el que realizaba tales prodigios!... Algunas mujeres pasaron ante la puerta del bar con aire de mal humor, gesticulando entre ellas.

Aquellas cartas que la enferma había garrapateado con su mano trémula, aquellas cartas en que a veces ponía besos para su madre en un cuadro mal dibujado debajo de la firma, aquellas cartas que la duquesa había regado con sus lágrimas, fueron registradas sobre una mesita del salón, como un juego de naipes, por un viejo depravado y una mujer perversa.

Las cartas del Virrey fueron en vano, Que el Licenciado Torres y de Vera Habia madrugado mas temprano; A Juan Garay hace su teniente, Y vuélvele á enviar muy brevemente. Matienzo en este tiempo presidía, Y tiene del Virrey ya mandamiento Contra Garay, que á priesa residía, Temiendose de algun impedimento.

Los administradores trataron de exijir desde 1767 portes de las cartas que las embarcaciones españolas y de otras naciones conducian de los paises estranjeros.

En cuanto volvió se apresuró a venir a casa, impaciente por conocer el resultado de mi diplomacia. Pero justamente aquel día una sucesión de visitas se interpuso entre nosotras y no pude hablarle en secreto, ni, mucho menos, entregarle sus cartas. La segunda intentona no fue más dichosa, pues había yo salido.

Yo no tengo la culpa de que se me haya mandado le enviase á palacio... hice lo que debía hacer; reprendí á Cornejo... le aterré... y sabiendo que don Rodrigo Calderón llevaba sobre las cartas que comprometían á su majestad... llevé á mi sobrino, quiero decir, á don Juan Girón, á un lugar donde podría encontrar á don Rodrigo, y le dije: Mátale, hijo, quítale las cartas de su majestad y llévalas á palacio, donde te llaman.

Yo dije que por galantería y por dar lugar a la vista. -Antes por estorbarla -dijo-; sepa que es porque no tiene toquilla, y que así no lo echan de ver. Y, diciendo esto, sacó más de veinte cartas y otros tantos reales, diciendo que no había podido dar aquellas. Traía cada una un real de porte, y eran hechas por él mismo.