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Un numeroso grupo iba provisto de azadas y layas, y los dos monjes que cerraban la marcha conducían con trabajo una pesada cesta llena de carpas, truchas y tencas, pues siendo el siguiente día de vigilia, había que proveer al sustento de cincuenta religiosos con un apetito á toda prueba.

Adelante, maese, exclamó el señor de Butrón; dos veces nos ha sido favorable la fortuna en los inminentes peligros de este día, y si nos protege ahora, hago voto al bendito Santiago de.... Tened la lengua, Butrón amigo, que si seguís ofreciéndoos carpas acabaréis por atraernos la indignación del santo....

Y cierra los ojos un momento, como para despertar de nuevo sus ensueños desvanecidos. Después se apoya en el brazo de Martín y quiere que la lleven a su tienda. Las principales familias del contorno se han hecho levantar allí tiendas especiales, leves cabañas o carpas de lona que les aseguren un abrigo para la noche, porque la fiesta se prolonga de ordinario hasta la mañana siguiente.

Un obús había caído en el foso, levantando una enorme columna de agua, haciendo volar en fragmentos las carpas que dormían en el barro, rompiendo una parte de los bordes, convirtiendo en polvo la balaustrada blanca con sus jarrones de flores. Se lanzó á correr con la ceguera del terror, viéndose de pronto ante un pequeño redondel de cristal que le examinaba fríamente.

El público desocupado que los contempla, cree que ejercen una especie de magnetismo sobre su presa como la culebra sobre las ranas; hasta cuentan que truchas y carpas, arrastrados á su pesar, van á morder el fatal anzuelo.

Entremeses muy variados, sopa de ostras, consommé de carnes, huevos con mantequilla, truchas rellenas, carpas a la alemana, pollos asados, espárragos con huevos, ternera a la Marengot, lengua a la escarlata, gelatina de crema, queso helado, quesos y frutas, vinos, café y licores. Segundo.

El almuerzo nos reanimó un poco, un almuerzo abundante y extraño, compuesto de carpas, truchas, jabalí, erizo, manteca Stanelí, vinos de Crescia, guayabas, bananas, manjares exóticos, cuyo conjunto semejaban a la naturaleza tan compleja que nos rodeaba... Estábamos a punto de levantarnos de la mesa, cuando de repente, por la puerta-ventana, cerrada para resguardarnos del calor del jardín hecho un ascua de fuego, oyéronse grandes gritos: ¡La langosta! ¡La langosta!