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Está bien; pero lo que da mal cariz a esta cuestión es el hecho de haber usted amado a Magdalena ocho meses hace con tanta vehemencia como en la actualidad ama a Antoñita. ¡Oh, Amaury! dijo lastimeramente Felipe. Estás abriendo la herida de mi corazón, desgarrando mi atormentada conciencia; concédeme siquiera diez minutos de audiencia y al cabo de ellos me compadecerás lejos de culparme.

Pero lo más table de su cáriz era la afección nerviosa que padecía, pues no pasaban dos minutos sin que hiciese tantos y tan violentos visajes, que sólo por respeto á tan alta persona no se morían de risa los que le miraban. Su vestido era lección ó tratado de economía doméstica.

Y bien podía suceder, porque algunas que entraban allí cargadas de pecados se corregían de tal modo y se daban con tanta gana a la penitencia, que no querían salir más, y hablarles de casarse era como hablarles del demonio... Pero no, Fortunata no sería así; no tenía ella cariz de volverse santa en toda la extensión de la palabra, como diría doña Lupe.

Aquélla no quiso asistir desde un palco por no hacerse demasiado visible, cosa harto enojosa, si la obra no lograba buen éxito. Reynoso se quedó también con Tristán en casa, dispuesto a trasladarse al teatro en cuanto se viese el cariz que presentaba el asunto. El primer acto produjo agradable efecto en el público, aunque no se le tributaron aplausos muy ruidosos.

Los que hayan salido con bien pueden gloriarse de tener suerte. exclamó Marcos Divès riendo ; yo veía llegado el momento en que Materne iba a tener que tocar llamada; sin los cañonazos de última hora, a fe mía, la cosa tomaba mal cariz.

Hija, tanto como uña y carne.... Que sea carne, que carne, gracias a Dios, no le falta, y que vosotros seáis la uña..., doyme por satisfecho dijo don Ángel . Pero, como quiera que yo todos los días tengo el gusto de hacervos una visitilla para refrescarvos la memoria, y vosotros nada me decíais ni me dejabais entrever.... Porque, acá, para inter nos, la cosa presentaba un cariz... que... ya, ya... ya me entendéis.

Cuando Isidro podía darle un cigarro, Salguero, satisfecho del obsequio, le acompañaba cuesta arriba, hasta el paseo de los Ocho Hilos, sin cesar de hablarle con gitana incoherencia. El cariz del tiempo era su mayor preocupación. No llovía: las cosas marchaban mal. Pero a usted preguntaba Maltrana riendo ¿qué le importa que llueva o no llueva? ¿Dónde están sus campos?

Hoy terminó diciendo el atalayero , después de discutir los patrones, tuvieron en la votación una mayoría de pocos votos los partidarios de salir. Muchos de los que habían votado por la salida, al ver el cariz del tiempo, concluyeron por quedarse. La mañana iba poniéndose cada vez peor.

Como vivía en la Cava de San Miguel, desde que se levantaba, a la primera luz del día, echaba una mirada de águila sobre los cajones de la plaza. Bajaba cuando todavía estaba la gente tomando la mañana en las tabernas y en los cafés ambulantes, y daba un vistazo a los puestos, enterándose del cariz del mercado y de las cotizaciones.

No la dulcificó el viejo marinero cuando la sardinera volvió á encararse con él; antes bien, cargó de nubes el ya tempestuoso cariz de su entrecejo, y por toda respuesta á tantas preguntas y declamaciones, largó á su vecina, á quemarropa, con la voz de un cañonazo, esta sola palabra: ¡Bribona!