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Y si va á su casa, y si la familia le hace la caridad de abrirla sus brazos, ¿cómo resiste esa pobre jóven la mirada terrible de su madre? ¿Qué ha de responder á su madre, cuando las dos se queden solas? ¡Ay! ¡cuántos males causa en este mundo la falta de prudencia!

Nada le arredraba, ni el despego de María, ni la inmovilidad de Stein; porque el amor es perseverante como una hermana de la caridad y arrojado como un héroe; y el amor era el gran móvil de todo lo que hacía aquella buenísima mujer.

Aldaba vió al mismo tiempo al cocinero mayor; pero sin turbarse ni asustarse se fué para él, le hizo una profunda reverencia y exclamó: Muchas gracias, señor Francisco, muchas gracias; no esperaba yo menos de vuestra caridad.

Acudían al del piso principal, un viejo avaro, que había alquilado la cochera a Pepe no encontrando mejor inquilino. No hagan ustedes caso contestaba . Consideren que es un carretero, y que para este oficio no se exigen exámenes de urbanidad. Tiene mala lengua, eso ; pero es hombre muy formal y paga sin retrasarse un solo día. Un poco de caridad, señores.

En un punto, en un momento podía atender a la caridad y al amor, dos cosas que son una sola, hemisferios diversos de un solo mundo infinito. Algo había en el lugar solitario y recogido, así como en la pena de Isidora, que le incitó a no retardar más tiempo su generosa resolución. ¡Oh Dios del cielo!

En la calle de Toledo tomaron ellas un simón para ganar tiempo, y el bendito Ido se fue a cumplir el encargo que la fundadora le había hecho. No era una misión delicada ciertamente, como él deseara; pero el principio de caridad que entrañaba aquel acto lo trocaba de vulgar en sublime.

Para ser digna de tanto beneficio. Y luego haciendo un supremo esfuerzo añadió de una manera penosa: Luis: ¿me ama usted? ¡Yo! ¡no! la contesté sonriendo, porque había adivinado la pregunta y me había preparado. ¡No! es decir... que se ha casado usted conmigo... ¡por... caridad!

Al hacer aquel acto de caridad, Silas sintió por primera vez, desde su llegada a Raveloe, un sentimiento que, al unir su vida presente a su vida pasada, hubiera podido comenzar a librarlo de aquella especie de existencia de insecto, en que su naturaleza había degenerado.

No, no: en el momento de hacerme el padre Ambrosio la proposición en nombre de usted, me dije: se casa conmigo por caridad: por arrancarme de esta sepultura a que he venido desesperada: en él la caridad es la vida: no amarguemos su vida y consentí.

Era Plácido hermano de la Paz y Caridad, cofradía cuyo domicilio estuvo en la derribada parroquia.