United States or Paraguay ? Vote for the TOP Country of the Week !


Así se vió Roger convertido no sólo en escudero del barón León de Morel, futuro capitán de la Guardia Blanca, sino en maestro de tres nobles doncellas, cargo este último en que jamás soñara. Pensando en ello y gozoso del cambio ocurrido en su suerte, resolvió no omitir por su parte esfuerzo alguno para complacer á sus bienhechores. DE CÓMO ROGER APRENDIÓ MÁS DE LO QUE

Sumario de las Colunas de los dos Pliegos de este cargo del Sequestro de Thereza Cortes Viuda de Honofre Aguilo relajada== Sumario Gen.l de los dos Pliegos de este Cargo==

A su vez Valdés fué batido en Genoi el 2 de Febrero siguiente, replegándose sobre el pueblo de Mercaderes, donde el general Antonio José de Sucre se hizo cargo del mando de aquella desgraciada expedicion.

La fiesta de las flores corre á cargo de la cofradía titulada La guarda de honor de María, formada por el sexo femenino, sin exclusión de estados ni edades. Como distintivo, llevan las cofrades una medalla de plata pendiente de una cinta azul.

Después me puse a reflexionar en lo fácil que me hubiera sido jugar una mala pasada al alcalde y alzarme con el cargo; pero no; hubiera sido una felonía. Por más que fuese un poco díscolo y soberbio, al fin era amigo: tiempo me quedaba para ser alcalde.

Entretanto, los días se sucedían unos a otros, enceguecientes, pesados, en una obstinación de viento norte que doblaba las verduras en lacios colgajos, bajo el blanco cielo de los mediodías tórridos. El termómetro se mantenía a 38-40, sin la más remota esperanza de lluvia. Durante cuatro días el tiempo se cargó; con asfixiante calma y aumento de calor.

Yo procuraré hacerme cargo de las cosas y prevenir los acontecimientos, pues desde lejos, lo mismo que desde cerca, soy de usted en cuerpo y alma. »Amaury.» »P. S. Tenga mucho cuidado con Felipe. Le conozco bien y que es muy capaz de enamorarse de usted. »Es un ente ridículo; pero su propia ridiculez puede comprometerla.

Pero la espina la llevaba en el corazón; reconocía que el cargo de magistrado es delicadísimo, grande su responsabilidad, pero él... «era ante todo un artista». ¡Aborrecía los pleitos, amaba las tablas y no podía pisarlas dignamente! Este era el torcedor de su espíritu.

Tal es el suceso ocurrido á la ronda de noche en 1642, digno, por cierto, de ser recordado entre las curiosas memorias sevillanas de otros tiempos. Vivió en Sevilla un caballero, de nombre don Diego Villegas, que tenía el cargo de Juez Contador Mayor de la Casa de Contratación, era persona muy bien relacionada y tenía muchos y buenos amigos.

No llevaba sello alguno de correo y el sobre estaba algo sucio, pero no me fue difícil reconocer la letra de Hop-Sing, mi antiguo amigo. Abrilo apresuradamente y leí lo siguiente: «Distinguido amigo: No si el dador le convendrá para el cargo de diablo en su diario; si esta plaza no es puramente del oficio, creo que reúne todas las cualidades apetecibles.