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Oración á la muerte de Lope de Vega, por el doctor Luis Cardoso. Para formarnos una idea de la ligereza de Montalván, al estampar estas cifras, diremos, que, después de afirmar que los regalos de los grandes, recibidos por Lope, ascendían en su conjunto á 10.000 ducados, añade luego que sólo del duque de Sesa había recibido 24.000.

Así se absolvió de su pecado, si le hubo, en la muerte de Tomás Cardoso. Así se calificó hasta de benigno. No por eso en absolución fue acompañada de alegría, sino que sintió pesar más negro en el fondo del alma al imaginar cuán difícil era, sin culpa, sin estrago y muerte, conquistar por la acción la suspirada gloria.

Tomás Cardoso y los demás aventureros tuvieron que apartarle de allí, bajándole casi en volandas hasta la puerta principal del edificio. Era menester salir fuera, abrirse paso o morir hiriendo y matando, si no querían todos perecer ahogados por el humo o devorados por las llamas.

Tiburcio de Simahonda, Tomás Cardoso y cuarenta aventureros portugueses, que sobrevivieron a la batalla, acompañaron a Morsamor, y cargados de presentes y riquezas se separaron de Babur y de sus mongoles. Babur dio a Miguel de Zuheros una áurea lámina, como la que Kubilai-Kan había dado a Marco Polo, para que le sirviese de salvoconducto o pasaporte por donde quiera que fuese.

En mal hora quiso intimidar a Morsamor, quiso abusar de su fuerza y le echó mano al cuello con violento ultraje. Firme y poderosa era la mano de Cardoso. Si hubiera asido bien a Morsamor, le hubiera derribado y hasta aplastado; pero Morsamor, antes de que Cardoso le agarrase bien, se desprendió y se deslizó de entre sus garras, retrocediendo de un brinco hasta la pared de la cámara.

Aquellos movimientos fueron tan rápidos, y fue tanto el descuido de Tomás Cardoso, por no preverlos, que el caballo le botó de la silla y le apeó por las orejas, excitando el caído la risa de sus compañeros a pesar del asombro que el sobrehumano poder del viejo les había causado.

Con esta embajada fue Tomás Cardoso para imponerse a Morsamor, a quien halló solo en la pequeña cámara del buque.

Cabildo, hasta tanto que se esplore la voluntad general de los demas pueblos por el medio mas fácil que adopte el mismo Exmo. Cabildo; debiendo tener voto activo el caballero Síndico Procurador general, y decisivo en caso de discordia. Por el Sr. D. Felipe Cardoso, se dijo: Que reproduce en todas sus partes el voto dado por el Sr. Catedrático, Dr.

Atravesado el corazón, Cardoso cayó con estruendo en el suelo sin poder decir ¡Dios me valga! Al ruido abrieron la puerta y entraron en la cámara varios parciales de Cardoso. Allí hubieran vengado su muerte con la de Morsamor, si no hubiera acudido Tiburcio en su socorro con no pocos que permanecían fieles.

Miguel de Zuheros desechó, pues, aquellos vanos pensamientos, se serenó, recobró su brío indomable, se arrojó del lecho y se revistió a escape las armas. Tomás Cardoso, teniendo de la pequeña hueste por ausencia de Tiburcio, acudió a llamarle desde la puerta de la alcoba. Armado ya Morsamor, salió a juntarse con Tomás Cardoso.