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Estos síntomas, que se fueron acentuando al andar de mis insinuaciones puramente mímicas, llegaron a darme por aclarada la duda que tanto me había carcomido, sin haber aventurado yo una sola palabra en el empeño: es decir, que se me había ido a la mano el hilo que yo deseaba tener en ella, solo, por su propia virtud, si no era por la fuerza de la misteriosa corriente, en la que no podía menos de creer ya.

Aunque de lodo te cubran la cabeza Yo siempre con orgullo pronunciaré tu nombre, Diré que con tus hechos ganaste un gran renombre Que oscurecer no pueden mil siglos de baldon. ¡Ah! vuélvante la espalda degenerados hijos: Yo inclinaré mi frente ante tu altar caído, Y besaré la orla del manto carcomido, Llorando tus desdichas, cantando tu esplendor.

Lo que usted necesita es un buen fuego y un regular alimento, y de todo le proveeremos al punto, si Dios quiere. Conque, señores, vamos arriba, que de las cabalgaduras ya cuidará el mozo. Guió don Recaredo a los expedicionarios por una vieja, ancha y sucia escalera de pocos tramos, y llegaron a un gran pasadizo, cuyo tillado, carcomido a trechos, se cimbreaba al andar sobre él.

Aparecía calzado sólo en el pie derecho; le faltaba la mano del mismo lado y tenía el rostro carcomido. Sentí verlo, porque después, durante mucho tiempo, se me venía su imagen a la memoria. Cuando vi que el Stella Maris quedaba abandonado, se me ocurrió el proyecto de ir hasta él y reconocerlo. Tenía la ilusión de que, por una casualidad, pudiese quedar a flote.

Unas veces iba y venía bajo el sol, espantando a su paso las mariposas; otras, pasábase horas enteras asomado al viejo pozo de carcomido brocal, cavando pensamientos y contemplando, a la vez, su propio rostro que el agua reflejaba en su espejo circular y profundo.

El bosque todo se ofrecía con vida desordenada y exuberante, con el brío y la soberbia de la juventud: ningún árbol carcomido, ninguna planta marchita; todo viril, todo sano, todo fuerte. Jamás la flaca naturaleza de nuestro joven se sintió tan humillada.

En una comarca virgen, donde el hombre deja sin su intervención que se realicen con el tiempo los fenómenos de la naturaleza, el árbol se quedaría así tendido al través del arroyo durante años enteros, hasta que el agua cambiara de curso, ó que el tronco, carcomido por los insectos, desapareciese convertido en polvo.

Y lo que yo sentía era compasión, pensando en los reyes que llegan tarde a un mundo que no cree en el origen divino, en esos últimos retoños que surgen del tronco carcomido y agotado de una dinastía, llevando en su pobre savia los vicios de las ramas muertas.... Era un joven, enfermo como yo, no por azares de su existencia, sino enfermo desde la cuna, condenado desde antes de nacer a luchar con el mal que le infiltraron con la vida.

Si estuviese solo en el mundo, encontraría muy oportuno el despedirme de él antes de sufrir una disminución notable de mis facultades; pero tengo a esta pobre niña, esta rosa de invierno brotada en un tronco viejo y carcomido y que ha embalsado mis últimos días. Muerto yo, se queda sin familia y muy joven aún para vivir sola con un ama de gobierno.

Y, dentro del cenador, en la penumbra fresca, ella se tiende a medias sobre el banco carcomido... Se seca con el pañuelo la frente, el cuello, hasta el escote de la bata... ¡Qué hermosa es así! ¡qué hermosa!