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Hallamos en el pueblo gran abundancia de comida, por lo cual nos detuvimos cuatro dias en él: juntámonos despues, y pareciéndonos que estabamos informados medianamente de la tierra, su calidad y frutos, pareció á todos proseguir el viage; y caminando trece dias continuos, en que andariamos 52 leguas, segun decian los que entendian de las estrellas, llegamos á la nacion de los indios Carcokies: de allí, en nueve dias, entramos en otra provincia, de seis leguas de ancho y largo, la cual estaba toda cubierta de sal, tan espesa y blanca que parecia nevada, y que nunca se deshace.

Pagaron bien esta maldad, pues estuvimos catorce dias en el pueblo para saber donde se habian retirado: y averiguado que estaban en un bosque, aunque no todos, fuimos contra ellos, matamos muchos, y cautivamos los demas, los cuales nos informaron de la naturaleza y costumbres de esta provincia y sus indios. De los pueblos Maigenos y Carcokies.

Pero el capitan y los demas soldados despreciaron nuestro dictámen, y manteniendo el suyo, prosiguieron la marcha: y llegado á media legua de los Carcokies, ya se habian plantado á la falda de un monte, cerca de un bosque, para escapar si los venciésemos. Sirvióles de poco su prevencion, porque embestimos, y matamos cuantos pudimos, y cautivamos cerca de mil en esta batalla.

Del rio Guapás y su pueblo cerca del Perú, y como partieron dos mensageros á Potosí, Plata y Lima. Tomamos algunos Carcokies por guias para pasar adelante, y á los tres dias de camino huyeron: proseguimos sin ellos, y llegamos al rio Guapás, de media legua de ancho.

Los Carcokies, viéndonos pocos, tuvieron por cierta la victoria: pero entendiendo que el general nos habia seguido, se entristecieron y por fuerza, y por conservar á sus mugeres é hijos que estaban en el pueblo, nos asistian en todo, trayéndonos carne de ciervos, y otras fieras y aves, gansos, gallinas, ovejas, avestruces, conejos, maiz, trigo, arroz y algunas raices, de que era abundante esta provincia.

Descansamos dos dias en esta tierra salada, dudando el camino que seguiríamos; pero se eligió el derecho, y á los cuatro dias entramos en la provincia de los Carcokies: y el general, estando á cuatro leguas de su pueblo, envió 50 cristianos y 50 Cários, para que nos diesen alojamiento.

En fin, forzados á volver, llegamos á los Carcokies, que ya habian huido con sus mugeres é hijos, y mejor les hubiera sido no hacerlo: envió el capitan otros indios á decirles volviesen á su pueblo, no temiendo nada, que no les haríamos mal.