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Hemos venido a molestar, señor. ¡No, señor!... ¿y por mucho tiempo? Es verdad pensamos pasar aquí una temporada. Dos o tres meses agregó Ricardo. ¿Tanto tiempo? Vendrán por algún quehacer. ¡No, don Casiano! dijo Melchor, ¿sabe por qué vienen?... míreles las caras... ¡vienen a curarse!... En verdad, que no parecen muy enfermos. Son bromas de Melchor, señor dijo Ricardo.

Había caras lívidas y rostros siniestros entre la muchedumbre de semblantes alegres. El raquitismo heredado marcaba con su sello amarillo multitud de cabezas, inscribiendo la predestinación del crimen. Los cráneos achatados, los pómulos cubiertos de granulaciones y el pelo ralo, ponían una máscara de antipatía sobre las siempre interesantes facciones de la niñez.

El comedor era una vasta habitación, blanqueada, con muebles antiguos que parecían estar de guardia a lo largo de las paredes, semejantes a negros gigantes agazapados. Bajo la araña había una mesa redonda con dos cubiertos. He hecho comer antes al personal de la granja dijo Roberto, volviéndose hacia , pues no he querido darte el disgusto de ver caras extrañas.

Las caras tenían un tinte verdoso o sanguinolento; las narices estaban enrojecidas en su vértice.

Este asiento para ti, Ricardo, y éste para ti, Lorenzo; así van a ir más cómodos. ¿Y ? Yo... ¡aquí! dijo Melchor dejándose caer en el asiento, con estrepitosa satisfacción. ¿No te molesta ir dando la espalda a la máquina? No; y así les veo a ustedes las caras y aprecio la impresión que el viaje les hará.

«Adios, Patria, decian «Llenos de ardiente, «Pronto el tambor batiente «Nos llamará á la lid; «Que si tus caras playas «Hemos abandonado, «Es porque hemos jurado «Libertad ó morirPor las llanuras del Sud Yacen do quier esparcidas Las semillas bendecidas Del árbol de libertad. Con la sangre del martirio Ha sido ese árbol regado: Si sus ramas han cortado El tronco intacto quedó.

Esta primera zona viene á formar un zócalo de seis estribos, en cuyas caras estan representadas escenas alegóricas, alternando en andanas de graciosos relieves danzas grotescas y pastoriles con pasos de la Biblia relativos á la conduccion del tabernáculo. Remata esta zona con una preciosa crestería dorada. En los bajo-relieves mencionados alternan la plata y el oro.

»Esta es la substancia de lo que tuve que oír, o mejor dicho, de lo que yo misma fui extrayendo, frase a frase, del cúmulo de pensamientos que se revolvían en su cabeza. »¡Grandes pudieron ser mis faltas, pero bien caras las iba pagando!

Botín es un verdugo: no la deja salir de casa; no la deja asomarse al balcón... Te digo que me gustaría que el señor Botín y yo nos viéramos un día las caras... Yo soy padrino de tu hermana, yo soy su segundo padre, y debo velar por ella... ¡Luego el pobre Riquín estará tan solo, extrañará tanto no verme a todas horas y no jugar conmigo, como antes!... Porque has de saber que Riquín no quiere a nadie más que a ; me quiere más que a su propia madre.

La maternidad apasionada y ruidosa de la hembra popular estallaba con fieros arrebatos a la vista de los pequeños. Los besos parecían mordiscos; las caras de los asilados se enrojecían con los violentos restregones; muchos se echaban atrás, como temerosos de la primera efusión.