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El mismo alcázar de Sevilla, más que moro, es mudejar, y honra más el buen gusto del caprichoso y popular tirano D. Pedro de Castilla, que la elegancia del rey poeta Almotamid, ó la magnificencia de su tremendo padre, que adornaba sus jardines y las puertas de su alcázar con las cortadas cabezas de sus enemigos.

La intención puede ser distinta y hasta opuesta á la tendencia. El público suele ser caprichoso y suele interpretar las obras literarias, en lo tocante á la tendencia, de una manera imprevista para el autor y aun para los críticos más agudos. Una misma persona, según la edad que tiene y la instrucción que posee, al leer un cuento ó al ver un drama, puede y suele juzgarlo de muy distinta manera.

El zafio amante no la buscaba, dando su vuelta por segura; y al regresar el pájaro caprichoso, todo el barrio poníase en alarma con los golpes y los gritos, saliendo la Marquesita al balcón con el pelo suelto, pidiendo socorro, hasta que una zarpa la arrancaba de los hierros y la metía dentro para continuar el vapuleo.

Esto no era obstáculo para que cada uno de lo desairados hiciese acerca del caprichoso y raro proceder de Antoñita, comentarios nada favorables para el último agraciado. ¿Era posible que Antoñita prefiriese a un hombre como aquél, indigno de ella, tan altiva, tan aristocrática y tan... burlona?

Deteniéndose un momento á considerar los gustos y las inclinaciones de un marino en los ejemplos que dejo citados y en otros del mismo género, que no consigno por muchas razones á cual más atendible, hay que convenir en que había en su carácter mucho de pueril; era ni más ni menos que un muchacho con barbas y mucha fuerza; inquieto, enredador, caprichoso, alegre, indiferente á todos los sucesos del mundo, y apegado con invencible pasión á las calles, á los tipos, á las costumbres de su pueblo natal.

Las pinturas murales del zaguán; los figurones de las cornisas; el caprichoso enrejado de las ventanas; el alegre color del frente, ya azul, ya verde, ya rosa, en su nota más tenue y apagada, da un aire coquetón al conjunto, que se convierte en interesante y misterioso, si el transeunte es impresionable y ve, detrás del visillo alzado de la sala, dos ojos criollos, que ven sin mirar y hablan sin voz.

Culpa de Rocinante, ¡oh dura estrella!, que esta manchega dama, y este invito andante caballero, en tiernos años, ella dejó, muriendo, de ser bella; y él, aunque queda en mármores escrito, no pudo huir de amor, iras y engaños. DEL CAPRICHOSO, DISCRETÍSIMO ACAD

Por fin, de la nube que se forma al chocar las espuman en el fondo, se ve salir, alegre y sonriente, como gozoso de la aventura, el río que empieza a fecundar, en su paso caprichoso, tierras para él desconocidas, en medio de la templada atmósfera que suaviza la crudeza de sus aguas.

Mientras los dos conversaban, balanceándose ligeramente con el paso lento de sus caballos, un jinete apareció y se ocultó repetidas veces en el fondo del paisaje, pasando de la orilla del río á las dunas de arena que las inundaciones habían dejado tierra adentro. Este jinete que se aproximaba ó se alejaba en un galope caprichoso era Celinda Rojas.

La mimaba; todos sus deseos eran mandatos para Angelina, y sufría resignada desagrados y reprensiones, el mal humor caprichoso de los enfermos, que de nada están contentos, y que se impacientan sin motivo. Esta niña me conversaba tía Pepa es un ángel; creo que por eso le pusieron Angelina.