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Necio fuera, señora, en tal momento, rebuscando un concepto pretencioso digno de honrar sujeto tan glorioso, esforzar el indócil pensamiento. Permitid que, de tal martirio exento, vuele desatinado y caprichoso para expresar cuán grande, cuán hermoso es el placer que al escucharos siento.

Honda es una vieja ciudad, enteramente española por su construccion, pero de un aspecto tan caprichoso y pintoresco que llega hasta las proporciones de lo romántico.

Al poco rato de hallarse disfrutando de la amenidad de la pomarada llegó también el conde, vestido como siempre de modo caprichoso, con un traje de franela blanca y gorra negra de caza. Traía pintados en el semblante el cansancio de todo y la sequedad de su alma.

Pero si en el modo de designarlos hay algo de bautizo caprichoso y arbitrario, todo lo restante es en ellos asombrosa verdad: no pueden imaginarse tipos más perfectos de esa suciedad y desorden con que el cuerpo y las ropas, el continente y el semblante, acusan la perturbación del pensamiento: de su orgullosa filosofía a la pérdida de la razón no hay más que un paso.

Este magnífico y caprichoso templo sucedió á una iglesia cristiana, levantada en el siglo IV al primero de los mártires, á San Estéban.

En las estrechas calles, distribuídas en todas direcciones, cortándose, retorciéndose de un modo caprichoso, hervía la muchedumbre con inquieto oleaje, bañándose en un gozo vivo y espontáneo.

Entre los remolinos de aquella muchedumbre y los mil cambiantes de luces de todos colores y reflejos, que asemejaban el bulevar al fantástico escenario de un baile de hadas, Jacobo sólo veía un pensamiento, un plan cuyas primeras líneas se le torcían a cada instante, empujadas por ideas opuestas, por inconvenientes inesperados, por temores fundadísimos que le hacían titubear, gimiendo de dolor como un niño caprichoso a quien quitan de las manos una golosina, rugiendo de rabia como un león encadenado a quien arrancan de las garras su presa; que esto era para él la idea de devolver aquellos documentos, de no quedarse con ellos utilizándolos en provecho propio, y siendo actor principalísimo en vez de mero instrumento... Mas ¿cómo responder entonces a la reclamación del terrible propietario? ¿Cómo evitar la sospecha de aquel robo, hecha a un ladrón sin duda, pero al fin y al cabo robo? ¿Cómo prevenir la venganza terrible e inevitable que había de seguirse al descubrimiento?...

Ideas análogas nacidas en espíritus de idéntica condición y alta nobleza. No es nuestro Dios como el de los muslimes, déspota caprichoso y cruel, gobernando a los hombres, allá en su distante y cerrado cielo, como sultán que se esconde a los ojos de la vil muchedumbre de sus esclavos, y desde su encumbrado alcázar con vara de hierro los domina. Nuestro Dios está con nosotros y en nosotros.

Las lentas singladuras en días de poco viento, las largas calmas ecuatoriales, le permitieron penetrar un poco en los misterios de la inmensidad oceánica, amarga y obscura, que había sido para los pueblos antiguos la «noche del abismo», el «mar de las tinieblas», el dragón azul que diariamente se traga al sol. Ya no vió en el padre Océano el dios caprichoso y tiránico de los poetas.

Allí cerca estaban amontonados restos de vajilla y de carbón; la valla de un jardín se paraba bruscamente en la roca, y acirates de legumbres, medio invadidos por la hierba, rodeaban un lado de la enorme masa. ¿Quién había escogido tan caprichoso lugar para establecer allí un jardín y para abandonarlo luego? Poco á poco fuí comprendiéndolo.