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Vivía aún y la enfermedad parecía haber hecho un alto, lo mismo que un viajero descansa en una posada para continuar con mayor vigor al día siguiente. Germana estaba siempre débil durante el día, febril y agitada al aproximarse la noche. El sueño le negaba sus favores, su apetito era caprichoso y rechazaba los platos con disgusto desde el momento que los había probado.

El pozo de antes se ahondaba por aquel lado mucho más, y su suelo, ondulante y caprichoso, se perdía en todas direcciones entre espesas neblinas sobre las cuales alzaban sus cabezas de granito las montañas del brocal.

Alcaparrón cortó de repente el canto para hablar a su madre, con la incoherencia del gitano que salta caprichoso de un pensamiento a otro. Mare, ¡y qué desgraciaos somos los pobresitos gitanos! Los gachés lo son todo: reyes, alcardes, jueses y generales, y los cañís no somos . ¡Caya, malange! Tampoco dengún gitano es carselero ni verdugo... Anda, bobo: echa otra.

Pero al instante volvieron a lucir serenos y brillantes como siempre. Ella también te quiere a ti; no lo dudes. Su genio es vivo, acaso un poco caprichoso, por lo mismo que ha sido siempre el mimo de la casa.

Ora, saliendo de los templos artísticos ó salones griegos y romanos, opulentos de tradiciones é historia, se recorren vastas cámaras que pertenecen al estilo gótico, profundamente inspirado, espontáneo, sombrío como una leyenda religiosa, caprichoso como los movimientos de la sociedad en recomposicion, fantástico, solemne en muchos de sus rasgos, revelador y caballeresco.

El aparato religioso, las imágenes de plata, los cleros entonando sus himnos a voces solas, las interminables cofradías, no la habían impresionado tanto como este continuo desfile de grandezas humanas; y sus ojos se iban deslumbrados tras las fajas de los generales, las placas que centelleaban como soles, los bordados de caprichoso arabesco, las empuñaduras cinceladas y brillantes y las bandas de moaré que cruzaban los pechos como un arroyo ondeante de colorines.

Juzgó, por el contrario, que la joven no había perdido su tiempo y que todavía había que esperar. Se sabe cómo empieza el amor. No se sabe absolutamente de dónde nace la simpatía. Es casi imposible darse cuenta de esos lazos delicados y complejos que ligan repentinamente dos corazones y dos inteligencias en ese sentimiento caprichoso.

Encantadora estaba Currita aquella noche con sus rojos pelitos peinados a la griega y una extraña toilette un poco abigarrada, muy propia del caprichoso tiempo de carnestolendas.