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Le conocía yo; le había oído leer de un modo maravilloso sus admirables versos, aquellas serenatas que eran, en labios del poeta, miel de abejas, susurro de arboledas, cantos del agua en las acequias de la Alhambra; música del cielo.

Nada de romanticismo, ¿eh, Rafaelito?... Si quiere usted que sigamos amigos, sea con la condición de que me trate como a un hombre. Camaradas y nada más. Y mirándole con sus ojos verdes, luminosos, diabólicos, se sentaba al piano y comenzaba uno de aquellos cantos ideales, como si quisiera con la magia del arte levantar una barrera entre los dos.

¿Le gusta a usted la música? preguntó la dama. ¡Oh, mucho!... Gallardo nunca se había hecho esta pregunta hasta entonces, pero indudablemente le gustaba. Doña Sol pasó lentamente del ritmo vivo de los cantos populares a otra música más lenta, más solemne, que el espada, en su sabiduría filarmónica, reconoció como «música de iglesia». Ya no lanzaba exclamaciones de entusiasmo.

Menos que en parte alguna se marcan en él las metamorfosis que el paso del tiempo produce. Vemos siempre en el bosque los mismos árboles, las mismas floraciones, los mismos cantos de las tiernas avecillas y esto nos da la ilusión de un alto de ensueño, de una suspensión en el vuelo rápido de los días.

Más de la mitad de él, por la parte superior, estaba rodeado de un espeso bosque de robles. Los de Fresnedo se ocultaron allí sin ser vistos de la gente de la romería. Hallábase ésta en todo su esplendor. Hervía el campo con rumor gozoso de cantos y risas y pláticas ruidosas.

Cuando escuchaba esta música monótona y relinchante, que parecía recordar los primeros cantos de los marineros semitas esparcidos por el Mediterráneo, sumíase en otros pensamientos para hacer corta la espera y sufrir menos con la extraordinaria longitud del romance.

Son muy supersticiosos en inquirir los sucesos futuros por creer firmemente que todas las cosas suceden bien ó mal, según las buenas ó malas impresiones que influyen las estrellas; por esto, para conocer los puntos de sus aventuras, observan, no ya el curso de los cielos ó los aspectos benéficos de los planetas, que á tanto no alcanzan, sino algunos agüeros que toman de los cantos de los pájaros, de los animales y de los árboles y otros innumerables de este género; y si sus pronósticos son infaustos, de enfermedades, contagios, ó de que han de venir á sus tierras á hacer correrías los Mamalucos, para maloquear, que es lo mismo que hacerlos esclavos, tiemblan y se ponen pálidos como si se les cayese el cielo encima ó les hubiese de tragar la tierra; y esto sólo basta para que abandonen su nativo suelo y que se embosquen en las selvas y montes, dividiéndose y apartándose los padres de los hijos, las mujeres de los maridos, y los parientes y amigos, unos de otros, con tal división, como si nunca entre ellos hubiese habido ninguna unión de sangre, de patria ó de afectos.

Abrese de nuevo el fondo, y la Virgen aparece de rodillas adorando al niño Jesús; las cuatro virtudes, representadas por las cuatro doncellas, cantan un salmo, y un ángel despierta á los pastores dormidos para anunciarles el nacimiento del Hijo de Dios. El auto termina con cantos y bailes de los pastores alrededor del pesebre.

Los atrevidos cantos de la guerra Resuenen en la losa del soldado, Y de flores cubramos esa tierra Donde cayó sin vida, ensangrentado, Y de la patria el estandarte santo Sea de paz y proteccion su manto. No débil llanto su cabeza inunde!

Los talleres y naves de la fábrica se convirtieron en habitaciones estrechas, como celdas, y al rumor alegre del trabajo, padre de la vida, sucedió en el recinto el más medroso silencio, sólo interrumpido a horas fijas por cantos misteriosos y graves, entonados en una lengua muerta.