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Cuando lo veamos te diré si aciertas... No me fío de tus corazonadas. Siempre estás con que mañana, que mañana... Dios es bueno. Conmigo no lo parece. No se cansa de darme golpes: me apalea, no me deja respirar. Tras un día malo, viene otro peor. Pasan años aguardando el remedio, y no hay ilusión que no se me convierta en desengaño. Me canso de sufrir, me canso también de esperar.

Pero ya mi mujer se está cansando del tocino y la sopa. Yo no, yo no me canso, señora maga. Pero mi mujer se ha cansado, y quiere algo ligero, así como un gansito asado, así como unos pastelitos. Pues vuélvete a tu casa, leñador, y no tienes que venir cuando tu mujer quiera cambiar de comida, sino pedírselo a la mesa, que yo le mandaré a la mesa que se lo sirva.

«¡Cómo me canso de subir escaleras! dijo el oso torcaz llegando arriba . Cuando se reforme la sociedad, se suprimirán los escalones. Piso bajo todo el mundo». Abrió la primera puerta y entraron; y mientras Bou seguía franqueando puertas, Isidora hacía lo mismo con los balcones para que entrase la luz, ganosa de alumbrar los ricos antros.

¡Vea usted! dijo Momo , una boca como una espuerta, que echa fuera sapos y culebras. ¿Y tu jeta? dijo María con una rabia, que esta vez no pudo contener , ¿y tu jeta espantosa, que no ha llegado de oreja a oreja, porque tu cara es tan ancha que se cansó a medio camino? Momo, en respuesta, cantó en tres tonos diferentes. ¡Gaviota! ¡Gaviota! ¡Gaviota!

Matando a uno, quedaba desarmado ante el otro. Si les dejaba ir sin encontrar nada, se vengarían quemándole la barraca. Pero el que estaba en acecho se cansó de la torpeza de su compañero y fue a ayudarle en la busca. Los dos formaban una oscura masa obstruyendo la boca del horno. Aquella era la ocasión. ¡Alma, Sènto! ¡Aprieta el gatillo!

Hasta que al fin se cansó de no oír na que le emportase... ¡Ay, amigo del alma! me dijo santiguándose, tienes un pecho ¡líquido! ¡líquido! que en mi vida he visto otro igual... Eso ya lo sabía yo, D. Rafael... Al llegar aquí se detuvo repentinamente, y paseando una torva mirada por el auditorio, masculló sin que le oyesen: ¿De qué se reirán estos burros?