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Cuarenta bravos perdimos En este glorioso encuentro, Y al otro dia al pasar Aquel campo de los muertos Nuestros soldados decian: «Tanta sangre vengaremos, «Por cada gota de sangre «Un arroyo verteremosEn los campos de Cagancha En medio al humo y al fuego, El escuadron de Campon Admiró por su denuedo.

Santander cargó en proteccion de Campon y fué derrotado; en seguida el coronel Blanco, gefe de vanguardia cargó con el Escuadron núm. 7 de Milicias y el de tiradores de la libertad, los que despues de tres cargas fueron arrollados, dejando en el campo treinta y nueve muertos, entre ellos, al capitan Campon y al subteniente Alberdi.

A la orilla de un arroyo Se vén veinte coraceros Dispersados en guerrilla Sobre caballos lijeros; Se ven al frente asomar Bajo los talas y seibos Que baña Santa Lucía Míl y quinientos guerreros; Y el denodado Campon Mandando los coraceros Con firmeza les repite: «Antes que rendirse... ¡fuégoLanzando grito salvaje Viene la tropa de siervos, Como una nube de polvo O una bandada de cuervos.

Blanco, que fué rechazado En el encuentro primero, Al frente del enemigo Organiza los dispersos, Hace tocar á la carga Y otra vez los lleva al fuego. Campon y Alberdi entretanto De los esclavos en medio, Abandonados se miran Del hombre, no de su aliento.

Habiendo recibido Campon por dos veces la órden de sostener el paso á todo trance, mandó decir al gefe de la avanzada, que lo era el coronel Santander, estas notables palabras: «Dígale usted al coronel que los enemigos son mas de mil, que si quiere que me haga matar con mi gente, que me haré matarNo habia aun concluido de pronunciar estas palabras cuando el paso fué forzado y arrollada toda su fuerza.

El oficial que los mandaba se llamaba don José Campon, capitan del primer escuadron de Tiradores de la Libertad que era la Escolta del Presidente General en Gefe.

Campon, cual muro de bronce El choque espera sereno, Y á sus valientes soldados Manda hacer continuo fuego, Y cuando balas no tuvo Dijo la espada blandiendo: «La carabina á la espalda «Sable en mano, coracerosSantander con su Escuadron Se lanza en el entrevero; Cuadra, ¡A la carga! ¡á la carga! Repite con voz de trueno: Sigue Blanco con sus bravos Montados en moros negros.

Todo Oriental que abrigaba De la libertad el fuego, Bajo el pendon de la gloria Iba á desnudar su acero, Lleno de noble energía, Y de patriotismo lleno. Campon tranquilo vivía Bajo del paterno techo: Ciñóse al punto su espada, Montó un veloz parejero, Y voló do le llamaban De la corneta los ecos.