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Conocen, en fin, varios juegos de naipes, entre ellos algunos de azar, como también se ejercitan en el canto y los bailes populares, que son la alegría de sus fiestas, y entre los que merece especial mención el llamado moro-moro, que es una danza de combate que ejecutan los más diestros, armados de campilan y rodela, al son de sus instrumentos guerreros, ya con saltos de costado, simulando defensa, ya con otros al frente y grandes gritos figurando ataque.

Deseando Figueroa dominar en absoluto á Mindanao, solicitó y le fué concedido como encomienda y por dos vidas, todos los terrenos que en la isla sometiese. Este caudillo no llegó á disfrutar del beneficio que le fué conferido, puesto que en el primer desembarco contra los buhayanes murió de un golpe de campilán.

Para solicitar las concubinas se acostumbra mandar un emisario á la casa de los padres con el cris ó campilan del pretendiente, en cuyo nombre, una vez tomada la venia, contrata con la doncella las condiciones de la concesión, y seguidamente la lleva á la morada de su dueño.

El moro fué siempre un hombre terrible en la guerra, y lo mismo en Mindanao como en Joló; el número de su fuerzas no es conocido, porque allí donde hay un moro hay un guerrero; siempre armado con lanza, cris ó campilan, armas que nunca abandona, que son compañeras inseparables suyas, y que maneja con una rara habilidad; acostumbrado, como el indio, al clima en que vive y á las fatigas de su azarosa vida poco necesita para cubrir sus atenciones; bástale un puñado de arroz, las frutas que el bosque le brinda, la pesca que abunda en sus playas y el agua de sus pantanos.

El campilan, arma que usa con preferencia, mantiene en el puño una especie de cola formada por mechones de cerda, y en su danza guerrera vuelve rápidamente la hoja, presentando á la vista del enemigo, para aturdirle, aquel largo penacho que se agita, con cuya operación llama la atención del enemigo, le aturde y cuando le encuentra descubierto le ataca con increible rapidez.

La manera de combatir el moro es por demás original; cubierto con su rodela, armado de cris ó campilan, se presenta al enemigo, al que aturde ó desorienta con sus innumerables saltos y sus penetrantes gritos; ya á su altura casi, amaga un ataque; ya con increible ligereza, colocado á 10 pasos, parece limitado á la defensa, y de pronto, lanzándose sobre el adversario, le golpe mortal.