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Tres veces por tres delitos diferentes me he visito casi puesta en el asno para ser azotada, y de la una me libró un jarro de plata, y de la otra una sarta de perlas, y de la otra cuarenta reales de a ocho, que había trocado por cuartos, dando veinte reales más por el cambio.

Otras, en cambio, son sumamente perjudiciales como el «cogon», que ocupando grandes extensiones de terreno sin producir ningún beneficio, sirven sólo para que la langosta, encontrando en los cogonales excelentes semilleros, se propague de un modo fabuloso.

Hay tontos de muchísimas clases, como hay inteligentes de muchas maneras. Pero el tonto es siempre más perfecto como tonto que el inteligente como inteligente. La Naturaleza, cuando crea un inteligente, le deja siempre alguna falla, alguna tontería. En cambio, cuando crea un tonto, la Naturaleza es maestra; lo crea completo, sin pero, perfecto, redondo. Dios te libre, hijita, de uno de éstos.

Por causa análoga, Leocadia, la muchacha de condición humilde, sin esperanza de fortuna, se mostró esquiva con su novio: Paz, en cambio, sintió entonces hacia su amante una simpatía firme y serena, en que había algo de respeto. A medida que su diferente posición tendía a separarles, más se aferraba ella a su cariño.

Recibió Amaury la carta en el momento de disponerse a salir de su casa, y lo hizo inmediatamente para satisfacer los deseos de un anciano por quien sentía un respeto rayano en veneración, a cambio de un afecto casi paternal. Mucho le agradezco dijo el conde al verle la diligencia que ha puesto en el cumplimiento de mis deseos.

Los estudios no son allí malos y la admisión de pensionistas se hace con menos pretensiones aristocráticas que en el Sagrado Corazón, por ejemplo. Elena, por otra parte, está delicada desde ayer, y el médico ha aconsejado que se le haga guardar cama. Es, sin duda, la consecuencia del cambio de aire y de vida.

La abuela, que se reunió con nosotros en este momento, cambió con la de Ribert una mirada de inteligencia que me ruborizó... Por fortuna, la conversación tomó otro sesgo. ¡Dios mío, te lo ruego, haz que ni la abuela ni la de Ribert adivinen mi niñería! 10 de febrero. Francisca, extrañada porque no me encuentra en ninguna parte, ha venido a buscarme esta mañana.

El, en cambio, entra un poco más en ella. ¡Mucho cuidado! De aquí provienen las primeras discrepancias. Las primeras horas de toda unión son las más difíciles. Si en ellas sobreviene el choque, ¡se acabó!... No caiga usted en el exceso contrario y no sea una fregatriz.

En cambio no hay gracias que no se les prodiguen, ni homenajes que no se les rindan, ni elogios que no se les tributen. Sus listas civiles no son discutidas. Cuando envejecen, se les honra y cuando mueren se les hacen funerales solemnes. ¿Y qué dan ellos en cambio de todo eso? Una voz irónica respondió: ¡Casi nada: su genio! Todas las miradas se dirigieron al que acababa de hablar.

Su personalidad iba a desdoblarse, prolongándose en el curso de la vida. Esto le elevaba como hombre. Pero creyó sentir en torno algo que se despegaba de él. La juventud alegre, sin responsabilidades ni obligaciones, se perdía para siempre. A lo lejos, la Ilusión, en fuga, batía sus alas de diamante. Sufrió Maltrana un gran cambio en su vida.