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Cuando me marché, el diplomático continuaba calentando los cascos al buen preceptor, que le ofreció algunos manjares y vino de Montilla para reparar sus fuerzas. Al salir de la casa, vi en la puerta de la calle a varios hombres, no de muy buena facha por cierto, uno de los cuales llegóse a , y tomándome por el brazo, me dijo: ¿Conoces a esa gente que acaba de llegar?

Puestos otra vez en marcha, el sol, que iba ya calentando, principió á acariciarnos dentro del coche, y acabó por dormirnos amorosísimamente..... Nueva Carolina, Pedroso, Gomecello, Y Moriscos, nombres que ningún eco habrían hallado en nuestra memoria, aunque no hubiésemos estado dormidos.

PASTELILLOS DE CREMA. Se prepara la pasta, calentando medio cuartillo de agua con sal, dos cucharadas de azúcar molida, setenta y cinco gramos de mantequilla, y cáscara de limón.

En estas excursiones podía muy bien emplear dos horas sin cansarse, y desde que se daba cuerda y cogía impulso, el cerebro se le iba calentando, calentando hasta llegar a una presión altísima en que el joven errante se figuraba estar persiguiendo aventuras y ser muy otro de lo que era.

Ya hacia el fin del verano, cuando los torrentes han arrastrado á las llanuras el agua de los aludes fundidos, y los árboles han soltado el peso de la nieve que hacia doblarse á sus ramas, y las mismas matas, calentando el espacio que las rodea, han conseguido deshacer los copos de nieve que las rodeaban, súbito enfriamiento de la atmósfera convierte en nieve los vapores de la montaña.

Hicieron ruidosa ovación a su capitana que empezó a recorrer las filas calentando a las que aún tenían recelo o no estaban dispuestas a gritar.

Así, en el momento de salir el Sol, la Tierra recibe su mínimum de calor, para irse calentando cada vez más á medida que el movimiento diurno, haciendo elevarse el disco del astro, disminuye la oblicuidad de sus rayos. Á las doce, el calor recibido alcanza su máximum, para empezar á disminuir en seguida hasta la hora del ocaso.

Pues como dije, se iba calentando de tal modo los sesos, que se lo llegaba a creer. Y si aquello le durara, sería tan loco como cualquiera de los que están en Leganés.

La conversación se iba calentando con gran satisfacción de don Mateo que no podía ver a nadie triste a su lado.

Algo me anunciaba que pronto estaría dulcemente abrigado bajo el techo de una choza hospitalaria, calentando mis miembros ateridos por el aire de la montaña, al amor de una lumbre bienhechora, y agasajado por aquella gente ruda, pero sencilla y buena, a cuya virtud debía yo desde hacía tiempo inolvidables servicios.