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Es decir que el calavera, como todo el que ha de ser algo en el mundo, comienza a descubrir desde su más tierna edad el germen que encierra. El número de sus hazañas era infinito.

Lord Gray viste elegantemente; gasta con profusión en su persona y en obsequiar dignamente a sus amigos, y su esplendidez no es el derroche del joven calavera y voluntarioso, sino la gala y generosidad del rico de alta cuna, que emplea sabiamente su dinero en alegrar la existencia de cuantos le rodean. Es galante sin afectación, y más bien serio que jovial.

, señor, el amigo Sindulfo existe, y no diré que es de carne y hueso, porque más bien parece de nube. Va todos los días a verme al café, y espero que dentro de poco será académico de la Historia. No olvidéis que ha descubierto la calavera de Atahualpa. Clamaría a Dios y se hundirían las esferas si la docta Corporación le pretiriese.

Cualquiera puede figurarse la respuesta: feliz el mancebo, si en vez de hacerle esa sencilla pregunta no le ocurre al calavera asirle de las narices a través de la rejilla, diciéndole: Retírese usted; la noche está muy fresca, y puede usted atrapar un constipado. Otra noche llama a deshoras a una puerta. ¿Quién? pregunta de allí a un rato un hombre que sale al balcón medio desnudo.

Señalaba a un emblema pintado en el techo de la botica, en el cual estaban, decorativamente combinados, la serpiente de Esculapio, el reloj de arena del Tiempo, un alambique, una retorta, el busto de Hipócrates y una calavera.

Por otra parte, en el hogar tenía su puesto señalado, su esfera de acción, y de esta suerte no podía haber choques ni rivalidades: era el hombre público, el estadista; como Carlitos era el sabio; Vicente, el maestro de ceremonias; Enrique, el calavera, y D. Bernardo, el varón respetable y respetado que esparcía su sombra protectora sobre todos.

El calavera temerón escoge a veces para su centro de operaciones la parte interior de una persiana; este medio permite más abandono en la risa de los amigos, y es el más oculto; el calavera fino le desdeña por poco expuesto.

Tengo idea de que fue bastante calavera y que tuvo amores con algunas.... ¿Pero a usted jamás...? Jamás dijo Sola ingenuamente , quería a otras mujeres; pero a no me quería. D. Benigno se sonrió. ¿Pero usted dijo , le quería desde entonces?... Me da vergüenza decirlo replicó Sola , por el desairado papel que hice: pero puesta a confesar, no oculto nada. Le quería, , muchísimo. ¿Cómo?

Este, sin comprender nada todavía, diole por primera providencia un gran sopapo en la cabeza, y el gorro inflamado rodó por el suelo, dejando al descubierto una calavera monda y lironda, blanca y reluciente como un melón invernizo.

Díjole también el encuentro de Jesús con la calavera, leyenda antigua, con olor de osamenta y color de otro mundo, importuna como la muerte. «El recontamiento de la doncella Carcayona» era a la vez deslumbrador y pavoroso.