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A pocos metros de distancia del puerto esté, sobre la márgen izquierda del Magdalena, la boca del canal, abierta mas bien por el empuje natural de las aguas que por el esfuerzo de los ingenieros; pero al dejar el gran rio, donde el caudal opulento de las ondas lo hace todo, lo primero que se ve en el Dique es el casco despedazado del vapor Calamar, el único que habia navegado allí, y los escombros de una compuerta derrumbada á causa de la debilidad del cimiento deleznable.

El sol se perdió tras de las lejanísimas montanas de Antioquia que terminan cerca de la isla de Mompos, y en medio de la oscuridad arribamos al extenso y arenoso puerto de Calamar, á 100 metros de la bifurcacion que da orígen al canal del Dique.

Mucho mas arriba habia visto también los restos del espléndido vapor Manzanares, volado en 1854; y en otros puntos del rio se pueden ver los del Honda, el Henry Wells y el Calamar, sacrificados tambien en los primeros ensayos.

Entretanto, el buho solitario de la playa vecina respondía con su canto lúgubre al bramido lejano del jaguar errando entre las asperezas de la selva. Las riberas del gran rio. «Puerto-nacional». La aldea de Regidor. Una danza de zambos. La semi-barbarie de la raza africana. Los desiertos. Las huertos de «Margarita». Mompos. La confluencia del Canoa. Calamar.

El asno queda convertido así en una especie de brújula ambulante que cambia de disecacion según la inclinacion del golpe ó tocamiento que recibe. Si he de hablar con franqueza diré que los burros de Calamar me parecieron mas racionales que los bogas de la aldea de Regidor.

Calamar es en cierto modo el crucero de todas las vias mas importantes para el comercio del país, puesto que sirve de escala al movimiento interior que desciende de Honda, Nare, Puerto-nacional, el Cesar, y Magangué y Mompos; recibe el movimiento comercial de Santa-Marta y Barranquilla, y facilita la comunicacion del Magdalena con Cartagena, ya por la via terrestre de Mahates y Turbaco, ya por la del canal del Dique, que desemboca directamente en la bahía de Cartagena.

El 6 de febrero era el último de mi viaje á bordo del vapor Bogotá, el cual debia seguir su ruta hasta Barranquilla, puerto distante cinco ó seis leguas de la bahía de Sabanilla, y que recibe algo del movimiento comercial de Santa-Marta; miéntras que yo debia separarme en Calamar y seguir en direccion á Cartagena, por camino de tierra, ó por el canal semi-artificial llamado el Dique.

Se adivina que es una mujer ácida, de las que «hacen historias» á los amigos; una especie de calamar amoroso, que esparce en torno la amarga tinta de su mal carácter. Conversa con una respetable matrona que vuelve llorosa de la estación de despedir á su hijo, que es soldado. Junto á ella está una hija de catorce años, mirando á la vecina con ojos curiosos y admirativos.

Entre tanto, se ven al oriente, á una inmensa distancia y casi confundidas con el color ceniciento de las nubes, las altas serranías de Valle-Dupar y la rica y brillante Sierra-Nevada que domina las costas de Santamarta; mientras que en el rio se van descubriendo, como blancas garzas que rozan las ondas encrespadas por la brisa, las velas de los botes mercantes que vienen de Barranquilla ó Calamar en direccion á Mompos, ó que descienden servidos por el remo.

Entre los cefalópodos hay especies de sus órdenes dibranquiales y tetrabranquiales, que como el pulpo, calamar, la jibia y el nautilus, viven en aquellos mares. Los géneros más notables de los pterópodos son los llamados Clio, Puenmodermon, Hyaloca y Limacina, abundantes en el Archipiélago.