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El motivo fundamental de la acción es que un caballero español ha dado muerte á sus dos hijas, en la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, para impedir que caigan en manos de los moros, que asedian á Madrid, y la resurrección milagrosa de ambas doncellas por la intervención de la misma Virgen de Atocha.

Partamos, señor. Sólo somos cinco y los antropófagos son, por lo menos, cuatrocientos. Si nos abordan estamos perdidos. Bueno, pues levemos anclas y a desplegar velas, Van-Horn. No quiero que mis sobrinos caigan en poder de esos salvajes. Señor Hans, señor Cornelio, y , Lu-Hang dijo el piloto dirigiéndose a los jóvenes y al pescador , ayudadme.

Por quien Dios es, Sancho, que te reportes, y que no descubras la hilaza de manera que caigan en la cuenta de que eres de villana y grosera tela tejido.

Roguemos por la suerte del mundo Americano, Porque sus nobles hijos con palmas en la mano En nombre de un principio se abracen con amor; Roguemos porque caigan los réprobos caudillos, Que en el altar sagrado dan filo á los cuchillos, Para apagar, matando, de libertad el clamor.

Y añadió dirigiéndose a Montenegro: Déjame ese papelillo en la cámara oscura y ojalá se os caigan las manos antes de traerme más recetas, como si fuese yo un boticario. El viejo se alejó con paso tardo y balanceante hacia el fondo de la bodega, y Montenegro salió de ella pasando por el taller de tonelería antes de regresar al escritorio.

Cuando la luna brillara en las regiones aereas, el gusano fosforico en los cespedes, el meteoro al rededor de las sepulturas y una llama rojiza sobre las lagunas; cuando aparecera el relampago repentino de las estrellas que caigan, cuando los buhos haran oir sus tristes conciertos y las hojas permaneceran inmoviles y silenciosas en el bosque que cubre la colina, mi alma pesara sobre la tuya con fuerza y de una manera terrible.

7 Y desvaneceré el consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar; y les haré que caigan a cuchillo delante de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus almas; y daré sus cuerpos para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; 8 y pondré a esta ciudad por espanto y silbo; todo aquel que pasare por ella se maravillará, y silbará sobre todas sus plagas.

Me pides sampaguitas... No te envío, porque, al ir a cortarlas de la rama, sentí temblar mis manos y mi pecho prensado por la lástima. No quiero que padezcan esas flores, como padece, lejos de , mi alma, no quiero que al contacto de mis manos perezcan marchitadas. ¡Qué caigan ellas solas!

Además, andan por ahí esas monjas extranjeras, de gran papalina, que son linces para esta clase de trabajo. Me aterra el pensar que caigan sobre mi hija. Yo soy del catolicismo a la antigua, de aquella religiosidad española neta: un catolicismo castellano, como quien dice de panllevar, limpio de extranjerías modernas.

Dios Nuestro Señor ha elegido mi cabeza inocente para que sobre ella caigan las culpas de otros. A no puedes engañarme... Llega y ayúdame a levantar la sepultura... No tardaré en morir, y si tardase os faltaría paciencia para esperar... Porque no acabéis en la horca he pensado repartiros mis bienes.