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Que soy la madre que os parí. Ellas desde su sobrado le gritaron que no podían, porque estaba allí el Carlanco. Entonces la cabrita soltó su carguita de leña, y como las cabras son tan ligeras, se puso más pronto que la luz en el convento de las avispas, y llamó ¿Quién es? preguntó la tornera. Pasa tu camino, y Dios te ayude, dijo la tornera.

Yo hubiera deseado pedir perdón a su alma por no haber estado junto a su cuerpo moribundo para consolarle con palabras de esperanza y recibir su último suspiro. «Estaba la puerta de la cabaña abierta, y una cabrita no hacía más que balar y entrar y salir, como si pidiera socorro para su viejo compañero.

La cabrita mansa y asustadiza que correteaba perseguida por él, y le miraba con ojos tristes en sus días de alejamiento, era una mujer con toda la firmeza imperiosa y la superioridad dominante de las hembras de los países meridionales. La limpieza y el ahorro tomaban en ella el carácter de intolerables tiranías.

Se replegaba por educación, huía de él porque este es el deber de una joven cristiana y bien educada; escapaba como una cabrita con graciosos saltos por entre las filas de naranjos, y el señor diputado salía detrás a todo galope con las narices palpitantes y los ojos ardorosos. ¡Que te coge, Remedios! gritaba la mamá, riendo. ¡Corre; que te coge!

Y Rafael, insensible al ambiente de indignación que se formaba en torno de él; sin dignarse siquiera dirigir una palabra, una mirada a la pobre Remedios que, cabizbaja como una cabrita enfurruñada, parecía llorar el recuerdo de aquellos paseos regocijados bajo la vigilancia de doña Bernarda. El diputado no veía nada fuera de la casa azul; le cegaba su felicidad.

He conseguido de mi esposo autorización para que mañana mande a buscar la cabrita, para tenerla en compañía de nuestra vaca de leche y de los carneros

Llame Vd. á la Madre abadesa, que traigo prisa, dijo la cabrita; si no, voy por el abejaruco, que le vi al venir por acá. La tornera se asustó con la amenaza, y avisó á la Madre abadesa, que vino, y la cabrita le contó lo que pasaba. Voy á socorrerte, cabrita de buen corazón, le dijo, vamos á tu casa.