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que eres inocente y acabo de navegar millares de leguas para decírtelo y para ayudarte á probarlo. Jacobo, bésame en la mejilla; la última boca que se ha posado en ella es la de tu madre. ¡Mi madre! dijo Jacobo con extravío. ¿La has visto, vienes de su parte y me traes sus besos? ¡Oh! Cristián, he aquí un momento que me compensa de muchas penas... ¿Se habrá el cielo apiadado de ?

¿Te ha gustado el arreglo de tu cuarto? continuó ella, al mismo tiempo que por sus ojos dulces y tristes pasaba un débil fulgor de malicia. A guisa de respuesta posé humildemente en sus labios un beso de agradecimiento. ¡, bésame, bésame otra vez! dijo ella. Tu boca es tan bella, tan ardiente: da calor al cuerpo y al alma. Y un nuevo calofrío la sacudió. Un instante después entró Roberto.

Seremos dos almas, dos pensamientos que se acariciarán sin dejar rastro de su pasión, con una pureza como nunca la imaginaron los poetas. Esta noche en que nos confesamos mutuamente, en que nuestras almas se abren la una a la otra, es la noche de nuestras bodas... ¡Bésame, compañera de mi vida!

Ella entonces, en un arranque de impudor admirable, sin sombra de torpeza en el pensamiento, le echó al cuello los brazos, murmurando suplicante en su oído: ¡Bésame! Y él, estrechándola contra su corazón, la besó en la boca y en los ojos.

La infidelidad marital, la persecución y la pobreza, habían sido el resultado de su primera existencia, tranquila y virtuosa. «Ahora conozco la verdad continuaba diciendo doña Constanza con una sonrisa dulcemente impúdica . Sólo existe el amor; lo demás es engaño. ¡Bésame, Ferragut!... He vuelto á la vida para recompensarte. me diste la virginidad de tu cariño; me deseaste antes de ser hombre

Pero no lo permita el santo cielo, que no lo quiero yo sino con gusto: hazme pues este bien: bésame que me mueroDijo, y no consiguiendo que Isabel accediese a su demanda, cayó exánime a sus pies, despidiéndose con estas palabras: a Dios, Isabel.

Pues bien dijo Juana levantándose . Adiós, pues, adiós; mucho nos hemos querido, ¿no es verdad? , hija mía, . Mirolo algunos instantes sin hablar, y acercándose un poco: repitió. Y presentándole su frente: Bésame ahí dijo , a fin deque, si mueres, tengas a lo menos eso.

Vamos basta de lloros, bésame, y que no vuelva a verte hasta después del baile, si es que no dejo la piel. Melia se puso talmente pálida, que se la hubiera podido tomar por una estatua de alabastro... Kernok... déjeme a su lado murmuró, y arrojó sus brazos al cuello del pirata, que se estremeció un momento y después la rechazó. ¡Vete! exclamó ; ¡vete!

21 E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, si eres mi hijo Esaú o no. 23 Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. 24 Y dijo: ¿Eres mi hijo Esaú? 26 Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío.