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Por algunos huecos del caserío se ven horizontes esteparios y luminosos, tapias de cementerios coronadas de cipreses, esbeltas chimeneas de fábricas como palmeras sin ramas, grandes extensiones de terreno mal sembrado para pasto de las burras de leche y de las cabras.

Déjeme usted á de leches y de.... ¿Qué tengo yo que ver con burras ni con vacas? gritó el Peor poniéndose en pie y mirándole con desprecio.

El autor debía de ser una especialidad en las muestras de casas de vacas y de burras de leche.

Suena el lento y ruidoso rodar de un carro; luego el campanilleo de las burras de leche; óyese a lo lejos el vocear de un pobre vendedor ambulante; y por los resquicios y rendijas del balcón penetra, en hilos plateados, la clara luz del día. Don Juan despierta y se arroja del lecho abajo, restregándose los ojos. Todo ha sido un sueño mentiroso.

Mi hermana, que, entre paréntesis, se zampó esta tarde media gallina, lo que quiere es un landó de cinco luces... ¡Atiza! Yo he aconsejado a Obdulia indicó Frasquito con gravedad , que no tenga cocheras, que se entienda con un alquilador. Claro... Pero no dará pa tanto el cortijo de pateta. ¡Landó de cinco luces! Y que tiren de él las burras de leche del señó Jacinto».

En una casa que está en la acera del Norte entre la tienda de figuras de yeso y el establecimiento de burras de leche... allí. Entró Jacinta con el chaleco. Vamos... a ver... ¿Manda usía otra cosa? Nada más, hijita; muchas gracias. Dice este monstruo que no tuvo miedo y que se salió tan tranquilo... yo no lo creo.

Puestos de buñoleras, burras de leche, traperos, cocineras, albañiles con blusa y tartera, el carro de la basura con un barrendero encima que parece un cónsul romano preparándose para entrar en triunfo, alguna pareja de estudiante y modista... ¡quién fuera él!... y yo aquí hecho un imbécil esperando a una niñera..., ni más ni menos que un soldado... Esa es la estatua de Felipe III o Felipe IV, no estoy seguro... igual da. ¡Aquella que era buena época!

Mientras los escolares se detenían en la esquina para emprender en la parte más llana de la acera un partido de canicas o de burras, los latinistas del «pomposísimo Cicerón» siguieron de largo, volviéndose para mirarme con cierta curiosidad entre burlona e impertinente. Al fin de la calle, delante de una tienda, una carreta, tirada por una yunta, aguardaba la salida de los gañanes.

Con la Petra y su compañera Cuarto e kilo, que probaban fortuna en casi todas las extracciones, no quería cuentas, mejor se entendería para este negocio con Pulido, su compañero de mendicidad en la parroquia, del cual se contaba que hacía combinaciones de jugadas lotéricas con el burrero vecino de Obdulia; y para cogerle en su morada antes de que saliese a pedir, apresuró el paso hacia la calle de la Cabeza, y dio fondo en el establecimiento de burras de leche.

Los burros están aparejados. ¿Quiere usted que nos despidamos a la francesa? Un momento después, las tres mujeres cabalgaban sobre sus burras hacia el convento.