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Carlota sorprendió en estas conversaciones más de una mirada burlona entre su mamá y hermana; pero había devorado la vergüenza sin decírselo a Mario. Era tan inocente, tan bondadoso, aquel muchacho, que daba pena hacerle sentir las espinas de la vida. Como esposa fiel y generosa las guardaba todas para . Pero el poco dinero con que Mario se había quedado para sus gastos feneció muy pronto.

Al fin, cuando concluyó de arrojar las flores, la niña permaneció en pie mirando á Ester precisamente como aquella imagen burlona del enemigo que la madre creía ver en el abismo insondable de los ojos negros de su hija. Hija mía ¿quién eres ? exclamó la madre. ¡Oh! yo soy tu pequeña Perla, respondió.

Ella, sin poder disimular tampoco el vivo gozo del triunfo, díjole imprevisoriamente: Martínez... Encargue usted el uniforme. Y una vocecita burlona, que jamás se pudo averiguar de dónde había salido, contestó a su espalda: Con que vuelva del revés el de don Amadeo, sale del paso sin gastos...

Aquí estoy yo para sacarte de un apuro; digo, para partir contigo un pedazo de pan, porque yo también soy pobre y más desgraciado que , ¿sabes? porque el frío, el hambre, se soportan; pero ¡ay! otras cosas....» Apretó el paso sin reparar en la cara burlona de su favorecido, y siguió dando, dando, hasta que le quedaron pocas piezas en el bolsillo.

Sus ojos, no obstante, se entreabrían de vez en cuando para mirarle, y dejaban escapar una llamarada burlona y maliciosa. A las nueve llegaron a Palencia. Se hicieron guiar a una posada modesta. Antes de retirarse cada cual a su habitación, el P. Gil quiso prevenir todo lo necesario para emprender el viaje a Astudillo al día siguiente.

Aresti tuteaba al ingeniero, sin conseguir que éste le tratase con igual confianza, pues el doctor le inspiraba cierto respeto, á pesar de su carácter comunicativo. Los escudriñadores ojos de Aresti, habituados al examen rápido de todo cuanto le rodeaba, iban rectos á aquella carta que Sanabre pretendía ocultar. Eso no será ningún trabajo de ingeniería dijo en voz baja y con sonrisa burlona.

Sorprendido y con el corazón lleno de amargura, se quedó Francisco un momento solo en la sala desnuda y vacía, escuchando el pesado andar y las risotadas de los campesinos que bajaban atropelladamente la escalera y percibiendo en medio de aquel ruido esas palabras dichas con burlona voz: «¡Muy bien! ¡Maltrecho y sin palabra, le ha dejado Simón a ese orgulloso parisiense

Bien; todo eso quiere decir que deseas casarte manifestó Julia con sonrisa burlona. No he dicho tal cosa respondió avergonzado, y reponiéndose en seguida, exclamó: Pero si lo hubiera dicho, ¿qué?... ¿Tiene algo de particular? Nada, hombre, nada; al contrario, siempre he creído que debías casarte. ¿Pero con quién? preguntó el joven en tono angustioso.

Al punto se me antojó que Pepita me miraba compasiva, al ver la facha lastimosa que sobre la mula debía yo de tener. Mi primo Currito me miró con sonrisa burlona, y empezó enseguida a embromarme y atormentarme. Aplauda Vd. mi resignación y mi valerosa paciencia. A todo me sometí de buen talante, y pronto, hasta las bromas de Currito acabaron, al notar cuán invulnerable yo era.

¿Cómo no baja Soledad? preguntó al fin Paca. ¿Soledad? respondió el guapo dando á su rostro una expresión burlona. Anda y pregunta por ella al sereno. ¿Qué quieres decir? Que ya no vive aquí. Se ha mudado. Pero ¿es de veras? ¡Y tan de veras! Hace más de una hora que ha salido disparada como un cohete. Dios sabe dónde habrá caído.