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El despacho tenía el mismo aspecto de sobriedad y robustez de su dueño. Todas las maderas eran de un rojo obscuro, con ese brillo sólido y discreto que sólo se encuentra en las cámaras de los grandes buques. Aresti resumía la impresión en pocas palabras; «Allí todo olía á inglés.... Hasta el traje del amo».

No, no era un amigo recomendable... Pero ahora don Marcelo experimentaba un profundo trastorno en la apreciación de las ideas ajenas. ¡Había visto tanto!... Los procedimientos terroríficos de la invasión, la falta de escrúpulos de los jefes alemanes, la tranquilidad con que los submarinos echaban á pique buques pacíficos cargados de viajeros indefensos, las hazañas de los aviadores, que á dos mil metros de altura arrojaban bombas sobre las ciudades abiertas, destrozando mujeres y niños, le hacían recordar como sucesos sin importancia los atentados del terrorismo revolucionario que años antes provocaban su indignación.

Aquí, los grupos de marineros se destacan sobre los altos puentes ó las vergas de sus navíos, llamando la atencion por sus vestidos, dialectos y tipos diferentes, que corresponden á todas las regiones; y en medio de esos grupos circulan millares y millares de obreros, unos trabajando en la carga y descarga y la conduccion de los efectos, y otros ocupados en obras de carpintería ó en la carena de los buques.

Entonces, en la mayoría de los buques se deducían la situación más por conjeturas que par cálculos; los instrumentos de navegación empleados por la generalidad de los marinos tenían errores de grados enteros. Claro que en Londres y en Liverpool había ya admirables sextantes y círculos de reflexión; pero muchos capitanes no sabían usarlos y navegaban a la antigua.

Como centro industrial ó fabril, Marsella merece mucho interes, aun prescindiendo de su valiosa produccion en buques, cordajes, velámenes y todo lo que se refiere á la marina. Posee en sus cercanías abundantes salinas, y tiene una gran fábrica de cigarros por cuenta del Estado.

A la pleamar las chalupas pueden pasar por la primera; la segunda tiene tres brazas de agua casi en toda la extension, de modo que los buques pueden fondear en este brazo con la mayor seguridad.

En uno de esos días, cuando han llegado casi á la vez tres ó cuatro buques, por lo común de África ó de la América del Sur, ó cuando están á punto de salir con ese destino, se oye el frecuente ruido de las pisadas de los que suben ó bajan á toda prisa los escalones de granito de la Aduana.

El número de buques aumentaba considerablemente. Muchos permanecían inmóviles. Los veleros cabeceaban con los trapos caídos a lo largo de los mástiles, en espera de las irregulares palpitaciones del viento. Cuando éste llegaba, movía como un escalofrío las blancas superficies de las arboladuras. Otros, anclados y con los palos desnudos, aguardaban no se sabía qué.

Era hija de un Blanes el único pobre de la familia que mandaba los buques de sus parientes y había muerto de la fiebre amarilla en un puerto de la América central.

Había perdido cuatro buques, y el único que quedaba la Victoria, sólo tenía trece hombres, pero contábase entre ellos el gran piloto, el intrépido é invulnerable vasco Sebastián de Elcano, que regresó solo de su expedición , habiendo sido el primer mortal que diera la vuelta al mundo. Ninguna empresa había más grande que aquélla. Desde ese día, el globo estaba seguro de su esfericidad.