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Una ligera escalinata une el río de Binondo con la casa, así que, previos todos los correspondientes requisitos de marcha, desde reconocer los bultos, hasta dirigir la última cariñosa mirada á los muros que han sido por largo tiempo confidentes de nuestras amarguras y testigos de nuestros placeres, muros que á nadie más que á mi romperán su mutismo, si algún día vuelvo á interrogar sus blancos lienzos con el lenguaje de los recuerdos, pasé de la casa al bote, al par que los aljofarados dedos de azul y nácar de los genios del Oriente abrían los espacios para dar paso al majestuoso gigante de la luz.

El melancólico campanilleo sonaba ahora junto á él, y empezaron á pasar por el camino bultos informes que su vista turbia por las lágrimas no acertaba á definir. Sintió que le tocaban con la punta de un palo; y levantando la cabeza, vio una escueta figura, una especie de espectro que se inclinaba hacia él. Reconoció al tío Tomba: el único de la huerta á quien no debía ningún pesar.

Después se deshizo el montón y con algunos pedazos de vestido de menos y algunos bultos en los ojos de más, todos los alborotadores se marcharon corriendo hacia la tienda de comestibles. La boda penetró en el jardín, siguió solemnemente la orilla de la pradera, subió la escalinata y entró en el salón completamente adornado con ramos blancos.

Algo alejados de ambos grupos y arrimados a una columna, se percibían no muy distintamente tres bultos menudos, con los cuales necesitamos poner al lector en relación por breves instantes. Uno de ellos sacó una cerilla para encender el cigarro, y aparecieron tres rostros de catorce o quince años, frescos, risueños y maliciosos que volvieron a borrarse al morir el fósforo.

En esta época me decía el comandante se ven aquí caras que no volverá usted a ver en todo el año...¡Y que las hay retrecheras!... Otras veces nos íbamos hacia la orilla del río, donde las noches de luna no encienden los faroles. A lo largo del paredón que separa el paseo del muelle había muchos bultos de mujeres sentadas en el banco de piedra con respaldo de hierro que lo guarnece.

Estaba enteramente solitario, o al menos así le pareció a la primera ojeada. A los pocos minutos, acostumbrados ya sus ojos a la oscuridad, percibió dos o tres bultos diseminados por él y postrados en oración. Arrodillose él también en el fondo oscuro, cerca de la puertecita de la escalera que conducía a la tribuna de los Quiñones, y fingió orar unos momentos. Aquello le repugnaba profundamente.

Un momento antes entraban sudorosas, echando espuma, sacando chispas del empedrado; ahora se pasean solas por el gran patio, arrastrando las cadenas, sonando sus cadenas tintinantes. El ganadero recoge cajitas y bultos chicos, se echa al hombro el zarape, y baja de un salto. Cortés y comedido ayuda a la anciana que no sin dificultades llega a tierra, toda envarada y adolorida.

Era ya una bestia apocalíptica, un monstruo de la noche que al arquearse llegaba a las estrellas. El ladrido de un perro y voces de personas disolvieron estas fantasmagorías de la soledad. De la sombra surgieron luces. ¡Don ChaumeDon Chaume!... ¿De quién era esta voz femenil? ¿Dónde la había oído?... Vio bultos negros que se movían, que se inclinaban, llevando en las manos estrellas rojas.

Maletas por todos los rincones, mundos que pueden contener una casa; de trajes de seda... ¡la mar!; sombreros, no cuantos; estuches sobre todas las mesas con diamantes que quitan la vista; y todavía la maldita encargó a Cupido que avisara al jefe de estación para que envíe, así que llegue, lo que falta por venir; el equipaje gordo, un sinnúmero de bultos que llegan de muy lejos, del otro rincón del mundo, y cuestan un capital por su traslado... ¡Y, eche usted!... ¡Claro! ¡Para lo que le cuesta de ganar!

Hay que pensar hasta en lo que han de comer por el camino esos irracionales... ¡Y todo esto en un solo departamento, que parecerá un arca de Noé! Felizmente conocemos al conductor, y María y yo, después que cenemos en Ávila, nos pasaremos a una berlina-cama... Llevo a Asunción... no puedo vivir sin mi doncella. Los bultos de mano, creo que no bajarán de veinticuatro.