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Mar del Plata es un balneario famoso, y el Tigre es muy frecuentado como lugar de baños y de excursiones. En tiempos normales, vapores noruegos, brasileños, belgas, británicos, daneses, holandeses, franceses alemanes, italianos, españoles y suecos hacen un servicio regular entre los puertos argentinos y todos los puertos del globo. Cincuenta líneas de vapores tienen agencias en Buenos Aires.

Varios soldados británicos, serenos y flemáticos, pidieron, al subir, una pipa, y empezaron á fumar con avidez. Otros náufragos, ligeros de ropa, se limitaban á envolverse en una manta, iniciando el relato de la catástrofe minuciosa y serenamente, como si estuviesen en un salón.

En este lado, a partir del fumadero, se encontraba «el rincón de las cocotas»; luego, «la sección cómica», o sea, los numerosos sillones de los cantantes masculinos y femeninos de la compañía de opereta; «la gallegada», donde se juntaban los españoles; y el grupo de «la gringada», mucho más numeroso, compuesto de comisionistas alemanes que pensaban penetrar con su muestrario hasta el corazón de América; relojeros suizos, de aspecto bonancible, pero prontos a irritarse con una cólera fría que tardaba mucho en disolverse; pequeños negociantes británicos; agricultores escandinavos establecidos en el extremo Sur; rubias alemanas que iban en busca de sus maridos, y los ganaderos norteamericanos, que al caer la tarde estaban ya medio ebrios.

¡Hum!... No baja ese palo casi nunca... Mediante una creciente grande, solamente. ¡Lindo palo! Te gusta palo bueno, a usted. Y usted lleva buen gramófono. ¿Conviene? El mercado prosiguió a son de cantos británicos, el indígena esquivando la vía recta, y el contador acorralándolo en el pequeño círculo de la precisión.

Y éste, para no defraudarla, en sus esperanzas, movía la cabeza galantemente... Por él podía castigarla Dios. Pero al expresarse de tal modo se sentía agitado por una nueva dualidad. Los ingleses habían sido buenos camaradas; recordaba agradablemente sus navegaciones como oficial á bordo de buques británicos.

Los funcionarios británicos no la niegan jamas, y las transacciones se hacen allí con toda libertad. ¿Para qué la licencia, pues? ¡Cómo no, si Gibraltar es también una fortaleza!

Pero luego, herido por una gran traición, huyó de Francia y compró un barco pesquero, sobre el que anduvo navegando dieciocho meses por los mares británicos, lejos de la humanidad traidora que le había lastimado.

Los violines los tocan unos militares británicos, que contestan con sonrisas de brillante marfil á los aplausos y aclamaciones del público. Sustituyen á los antiguos ziganos de casaca roja. Las mujeres señalan á uno de ellos, repitiéndose el nombre del padre, lord célebre por su nobleza y sus millones. «Gocemos locamente, hermanos, que mañana hemos de morir

Pero ella ha de sonar en algun dia En la torre de la alta Catedral, Para mi Patria anuncio de alegría; Para el tirano un eco funeral. Y se alzarán los cánticos sagrados Como cuando cayeron los leones, Y cuando cien Británicos pendones En su techumbre el pueblo hizo colgar.

Luego continuaba leyendo la historia de una dinastía de toros, todos con nombre propio y un número romano á continuación, lo mismo que los reyes; animales adquiridos en las grandes ferias de Inglaterra por el testarudo estanciero. Nunca había estado allá, pero empleaba el cable para batirse á libras esterlinas con los propietarios británicos deseosos de conservar á su patria tales portentos.