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Más que pasar la vida sentado en una silla metiéndose con todo el que pasa, le estaría mejor ocuparse en sus labores... Pero como está usted ocioso, bien comido y bien bebido, salta y brinca como el ganado cuando tiene lleno el pesebre. ¡Ah, Cristo, si usted majara terrones como en otro tiempo, qué poco se cuidaría de los que van á su trabajo!...

Este actor canta, ladra, ahulla, corre, brinca, salta, se estira, se encoge, se pone de cuclillas, de cuatro piés.... En fin, el hombre que al juzgar de las cosas se deje llevar de las primeras impresiones, no debe venir á los cafés cantantes, sino despues de haber estudiado todas las relaciones de esta sociedad originalísima. Si los ve antes, juzgará mal.

Cuando un actor no halla una expresión ó la justa entonación de una frase, Sardou, que presencia el ensayo desde una butaca, no puede reprimir su impaciencia y brinca al escenario. Esto exclama, se dice así... He tenido varias veces el gratísimo placer de verle ensayar, y declaro que la gallardía, donaire y brioso apasionamiento de este anciano de setenta y tres años, son magistrales.

Ya os lo he dicho; todo es silencio, se distinguiría el vuelo de una abeja del de una mariposa. ¡Atención! ¿no oís los violentos latidos de un corazón que brinca y las inspiraciones de una respiración anhelante? ¿No oís hasta el ágil y fresco césped murmurar bajo el ligero peso que le aprisiona?

Allí se le veía tan pronto en la tribuna, predicando, como se le veía en el periódico, en el informe, en la revista literaria, en la traducción, en el libro de versos. Allí publicó él su Ismaelillo, un primoroso y pequeño volumen de composiciones breves; en las que su alma de padre, salta y brinca y chispea, entre los cabellos rubios y los pies ligeros de su hijo.

El tambor redobla alegremente; la gaita grita; la novilla ofrecida á la Virgen brinca y juguetea haciendo sonar la esquila que lleva al cuello. Delante de todos disparando cohetes marcha el valeroso Celso. El humo de la pólvora le embriaga; los cantos le alegran; un vértigo delicioso se apodera de su magullada cabeza y por un momento se borran de su mente las dulces memorias de la Bética.