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Los Brenay son burgueses de partícula usurpada y no pertenecen en modo alguno a la aristocracia... Yo soy de tan buena familia como ellos, y jamás he tenido tales pretensiones... en los tiempos en que las tenía añadió la amable vieja. Menos mal dejó escapar Francisca por lo bajo. ¿Usted ha tenido pretensiones? preguntó alegremente la de Aimont tratando de evitar la tempestad que amenazaba.

¡Ah! dije aparentando interés. Simona de Erinois dijo el otro día una frase que no tiene precio. Figúrate que se atrevió a decir a la de Brenay: «Eres amable porque quieres a papá...» Imagínate el cuadro... ¡Ah!... Lo que me parece que va bien es el matrimonio de Paulina. Según lo que cuenta la de Aimont, el joven que tiene tan bonita fortuna en Martimprey exige 20.000 pesos de dote.

¿No hay ningún matrimonio en el horizonte? preguntó la de Aimont queriendo llevar la conversación a su asunto favorito. Ni uno respondió la Bonnetable en tono contundente. Sin embargo insinuó la Sarcicourt, ¿no se habla del matrimonio de la señorita de Brenay con el capitán Bellortet? ¡Qué disparate! exclamó la Bonnetable. La chica de Brenay no puede encontrar un marido serio...

¿Y qué? preguntó la abuela. Que es un amor inadmisible respondió Brenay con su voz más mordaz, que estoy seguro de que hace estremecerse de horror en sus tumbas a todos los Brenay pasados... Sin contar los Mauval a que yo pertenezco, apoyó la de Brenay.

Sus 13.000 pesos de renta han encontrado otra renta de 4.000 en una joven, sin más antepasados que unos fabricantes de productos químicos... La crónica añade que las esperanzas de la novia exceden con mucho a su dote... La abuela lo siente por Petra, puesto que ésta lo deseaba, pero vitupera vivamente a la de Brenay, por desear tanto la gran riqueza.

La de Brenay está tratando de pescar en sus redes a este incomparable capitalista, mientras la ingeniosa madre de Paulina ha descubierto en Martimprey, el pueblo de al lado, un joven industrial cuya posición es tan tentadora, que la de Aimont ha inaugurado su plan de campaña haciendo la corte al cura del pueblo, que tiene una gran influencia con el joven en cuestión...

Ayer encontré a Petra que, con tierna solicitud, iba a acompañar a paseo a Simona y Gertrudis de Erinois, y no pude menos de pensar que sería yo muy feliz paseándome así con las niñas de Baltet... si es que existen niñas de Baltet... La de Brenay acapara a los Erinois, padre e hijos; todo Aiglemont se interesa por la lucha Brenay-Erinois, como llaman a la nueva intentona de esta ambiciosa señora de Brenay.

En todo caso añadió la Bonnetable más y más ofendida por la oposición de la abuela, la de Brenay es ridícula y su hija también... ¡Oh! protestaron las señoras en coro. Eso se llama ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio dijo Francisca a media voz. , son ridículas, lo mantengo replicó la Bonnetable, dispuesta esta vez a dar la cabeza, si era preciso, para sostener su opinión.

¿Vas a ese baile, Magdalena? me preguntó Petra. Magdalena no sale más que en la intimidad respondió la abuela. Una huérfana no está en su lugar en reuniones muy numerosas. Pero es un baile blanco observó la de Brenay. , lo ; pero es todavía demasiado mundano para Magdalena. ¿Y usted ha aceptado? preguntó la abuela a la de Brenay.

Se hacen apuestas, y Paulina me ha contado que su padre ha apostado un peso a que la boda no se hace. La de Aimont está muy descontenta porque teme que esta historia de la apuesta llegue a oídos de los Brenay, que se pondrían furiosos.