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Madrid puede decir lo que tenga por conveniente; pero yo no estoy en el caso de hacer el buzo, para dar un buen rato á las tertulias de Madrid.... Nada, nada, repetia, y apretándome más fuertemente, previno al hombre que subiera la máquina. Al notar mi mujer que el hombre tiraba de la cuerda, me cogió del brazo con resolucion, diciendo al ingeniero.

Por cierto que el inusitado acento llamó mucho la atención de los religiosos, ingleses de pura raza en su mayoría. Pero el abad sólo se fijó en la tranquilidad y la indiferencia que la respuesta del novicio revelaba y la indignación coloreó su rostro enjuto. ¡Hablad! ordenó golpeando con el puño el brazo del sitial.

Bonis tenía miedo de ponerse malo con tanto desbarrar, y, sobre todo, porque se le empezaban a aflojar las piernas, síntoma fatal de todos sus desfallecimientos. Cesó la música, calló la voz, estallaron los aplausos, y Bonis cambió de súbito de ideas y sensaciones y de sentimientos. Volvió a la realidad, y se vio cogido del brazo por Mochi, que se le llevó, salón adelante, hacia el piano.

Varias veces llegaron á las manos ambos bandos, ya á puñadas y luchando á brazo partido, ya en pedreas, de que era teatro un llanete que está por bajo de un sitio llamado el Retamal.

Jadeaba al trotar, moviendo su vientre con doloroso vaivén. El regreso era más lento y tranquilo, cuando no se llevaban a casa nuevas remesas de labor. Caminaban cogidos del brazo por las aceras, tibias aún de los ardores del día. Humeaba la población al exhalar en la calma de la noche el fuego con que el sol la había caldeado. La circulación era en las calles menos densa que en el resto del año.

Pero la viuda se colocó misteriosamente el índice sobre los labios, y mientras él la miraba estupefacto, ella le tomó el brazo derecho y le condujo silenciosamente al fondo de la pieza, le indicó una silla y se sentó a su lado, junto a la mesa. ¿Qué significa este silencio y este aire de misterio? Me hacéis temblar.

Roger oía con delicia la charla de la joven y la sostenía con su brazo todo lo posible, apartando las ramas y buscando en vano un sendero practicable. Callado estáis, señor campeón, le dijo al fin su alegre compañera. ¿No queréis saber quién soy ni oir mi historia? Si á vos os place contármela.... Oh, si tan poco os interesa, lo mejor será guardármela.... No, por favor, dijo él vivamente.

Era posible que no muriese. ¡Tenía aquel organismo tales energías!... Lo temible era la conmoción que había sufrido, el sacudimiento, capaz de matar a otros instantáneamente; pero ya había salido del colapso y recobrado sus sentidos, aunque la debilidad era grande... Cuanto a las heridas, no las consideraban de peligro. Lo del brazo era poca cosa; tal vez quedase menos ágil que antes.

Quando otra vez tuvimos presupuesto De salir y dexallas, cada uno Fiado en su caballo y brazo diestro, Ellas que el trato á ellas importuno Supieron, al momento nos robaron Los frenos, sin dexarnos solo uno. Entonces el salir nos estorbaron, Y ansi lo harán agora facilmente, Si las lagrimas muestran que mostraron.

Cuando volvió a abrirlos vio la habitación en la obscuridad, sintió en sus espaldas la blandura del lecho y bajo su nuca un brazo mórbido que le sostenía cariñosamente. Leonora le hablaba al oído con la lentitud del cansancio. Convenidos. Huirían juntos, irían a continuar su dúo de amor donde nadie les conociera, donde la envidia y la vulgaridad no turbasen su dulce existencia.