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Apenas si alcanzaba á distinguir la silueta del sumergible. Pero á pesar de esto, siguió bramando con toda la fuerza de su fe: Está tocado... ¡Viva! ¡viva!... Y lo extraño fué que el enemigo desapareció instantáneamente de la superficie azul. Los artilleros dirigieron aún algunos tiros contra su periscopio. Después sólo quedó en el lugar ocupado por él una lámina blanca y brillante.

Enrojecióse la espuma de las olas y la costa pareció por unos instantes de lava en ebullición. Al resplandor de esta luz de tempestad, Jaime contempló a sus pies el vaivén de las aguas lanzando sus chorros rugientes en las oquedades de la roca, bramando y retorciéndose con espumarajos de cólera en las tortuosas callejuelas de los escollos.

Salgamos de aquí, señores; son ustedes testigos de lo que aquí ha pasado dijo doña María dirigiéndose a la puerta. Y sin esperar a más, resueltamente y bramando de ira, que expresaba con olímpico fruncimiento de cejas, salió de la sala y de la casa, seguida de los mismos que le habían acompañado, a cuya cola iba D. Paco. Por largo rato reinó profundo silencio en la sala.

No he visto nada más feo, más repulsivo, que esos negros sudorosos; me daban la idea de orangutanes bramando de lascivia...

7 Porque no hará nada el Señor DIOS, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. 8 Bramando el león, ¿quién no temerá? Hablando el Señor DIOS, ¿quién no profetizará? 10 Y no saben hacer lo recto, dijo el SE

Saltó a los prados, reconoció todo lo escrupulosamente que pudo a la luz de las cerillas los alrededores, miró detrás de los setos, escudriñó la maleza, siguió un buen trecho la orilla de un arroyo que había a la izquierda. Pero se agotó la caja de fósforos antes que pudiese topar con su enemigo. Dió la vuelta desesperado, bramando de rabia.

No morirá usted de cornada de burro, pero puede morir de topetada de negro. Esté sobre aviso. Pedro Lobo quedó bramando de coraje. Hallaba ridículo que le amenazasen con la carnerada, y más ridículo aún que él la temiese. Pedro Lobo, no obstante, la temía, aunque trataba de disipar el temor y de ocultarle a su propia conciencia.

Intentó la fiera un salto impotente; dió vuelta en torno del árbol midiendo su altura con ojos enrojecidos por la sed de sangre, y al fin, bramando de cólera, se acostó en el suelo, batiendo sin cesar la cola, los ojos fijos en su presa, la boca entreabierta y reseca.

Del tiempo la corriente Bramando se derrumba, Como la voz rugiente Del huracan retumba, Y en rápida carrera La humanidad lijera Se hunde en la eternidad. Despeñados los siglos Cruzan los hemisferios, Como inmensos vestiglos Se abaten los imperios, Y en medio á la ruina Encúmbrase divina La santa Libertad.

Apenas pusiéron los piés en la ciudad, lamentándose de la muerte de su bien-hechor, la mar embatió bramando el puerto, y arrebató quantos navíos se hallaban en él anclados; se cubriéron calles y plazas de torbellinos de llamas y cenizas; hundíanse las casas, caían los techos sobre los cimientos, y los cimientos se dispersaban, y treinta mil moradores de todas edades y sexôs eran sepultados entre ruinas.