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La poesía en verso y por todo lo alto está en general harto desacreditada y a pesar de Quintana, Gallego, Duque de Rivas, Espronceda, Zorrilla, Campoamor, Núñez de Arce y bastantes otros que viven o han vivido en el siglo que está terminando, se nos anuncia fatídicamente que va a desaparecer la forma poética. Y no se crea que lo escrito en prosa ha conquistado todo el favor y está muy boyante.

El alud de las revoluciones pasó sobre él y le arrastró como hoja seca, pero, restablecida la calma, aparecía Agapo, de nuevo, sobre la superficie, como cuerpo boyante; sus peregrinaciones, ya voluntarias, ya forzadas, le llevaron por toda la República y aun fuera de ella, pero su cuartel general era Buenos Aires, y a la capital volvía, como bestia extraviada a la querencia.

Titulada Rosita, y más rica y boyante que nunca, sintió desenvolverse en su alma el amor más puro hacia las letras y las artes. Llamó a sus salones a los artistas y poetas, y se hizo una a modo de Lorenza la Magnífica o de Mécenas hembra.

Cuanto más azotaban los granizos los paredones de la casa, y más «runflaban» los vendavales en el cañón de la chimenea, más alegre se le ponía la cara y más diligente se volvía para el trabajo. Viéndola tan boyante y en tan ventajosas disposiciones, trabé conversación con ella aquel mismo día, al llevarme no qué cachivaches a mi cuarto.

Armose juego de peonza en un paraje, en otro de salto, más allá de aro, y así se distribuyeron en un instante todos; el coronel se puso, como siempre, a dibujar, copiando del natural un carromato, y don Leandro se fue a un lugar apartado a sonar la flauta acompañado solamente de tres o cuatro discípulos; mientras el cura, que desde que había expulsado la solitaria andaba muy galán y boyante, se divertía, tumbado en el suelo, en levantar a pulso dos niños, uno en cada brazo.

Benedicta y Aquilino se dieron tanta prisa que, medio año después de la escapatoria, hastiado el galán se despidió a la francesa, esto es, sin decir abur y ahí queda el queso para que se lo almuercen los ratones, y fué a dar con su humanidad en el Cerro de Pasco, mineral boyante a la sazón.

Ha tenido nuevo empleo en las aduanas, ha comerciado luego en negros, ha quebrado después, que viene a ser para ciertos hombres de negocios como una buena poda para los árboles, la cual hace que retoñen con más brío, y hoy está tan boyante, que tiene resuelto ingresar en la primera aristocracia, titulando de marqués o de duque.

A trote largo mi caudal camina a sumergirse en una sirte ignota; pronto he de hacer con ella bancarrota, salvo que encuentre una boyante mina. Un diablo pedigüeño anda conmigo; es ¡dame! su perenne cantinela, y así estoy en los huesos, caro amigo. ¿Qué me dices? ¿Mi afán te desconsuela? Dígote, don Peruétano, que digo, que aquella no es mujer... es sanguijuela.

Pocos minutos después el junco, ya boyante por efecto de la pleamar, salía a toda vela de la bahía, dirigiéndose al golfo de Carpentaria. Al ver huir la nave, los salvajes, que contaban que siguiera embarrancada, lanzaron furiosos gritos y se dispersaron por la playa con la esperanza de que los fugitivos se vieran obligados a tocar en tierra.

Antes de llegar al mar, «que es el morircomo dijo el poeta, se arregla para dar infinidad de vueltas como un viejo marrullero que pretende burlarse de la ley común a los seres creados. Imposible imaginarse un cauce más extravagante. Sale de cualquier población muy resuelto y boyante; parece que va a tragarse las leguas y marchar impávido hasta el océano.