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Mi amor a las solteronas no me impedirá, probablemente, volver a empezar dentro de poco la ceremonia de los últimos días con otro caballero. ¿No te ha curado el señor Desmaroy de esa buena voluntad? preguntó Genoveva sonriendo. No, ese señor ha respondido simplemente a la pregunta que yo había hecho al señor Boulmet. «¿Tiene corazónHa resultado que tenía más del necesario, y no ha habido más.

Magdalena... Y la abuela, suspirando fuertemente, me miró con tierna piedad. No me comprende, es seguro, y yo no la comprendo tampoco. He recibido hace un momento prosiguió la abuela, una esquela de nuestro notario y amigo el señor Boulmet, que me ruega que le reciba a las dos. No me oculta que su visita tiene por objeto un proyecto de matrimonio... ¡Oh! no, no exclamé con espanto. ¡Ah!

Una aventura no muy lejana ocurrida al señor Desmaroy y descubierta por el padre Tomás, encargado por la abuela de comprobar los informes del notario, ha puesto fuego a la pólvora y apresurado el no final. La abuela ha suspirado un poco por la forma al pronunciarle categóricamente, pero su negativa ha sido espontánea porque no podía prescindir de la cosa... Boulmet se ha mostrado menos fácil.

Adivino que el señor Desmaroy me encuentra muy a su gusto y salta a la vista que Boulmet está orgulloso de su cliente; la abuela se enorgullece ostensiblemente con una nieta tan linda. Estas tablas le dice, son modernas; están pintadas por mi nieta... Este almohadón bordado ha sido copiado por mi nieta de un modelo antiguo...

El uso , abuela respondí dulcemente, pero la prudencia... ¡La prudencia!... ¡Eres la que habla de prudencia!... No sabes lo que dices... En fin dijo al señor Boulmet, dejemos a esta razonadora reflexionar hasta el primero de noviembre.

Pardiez exclamó, puesto que la novela en cuestión se terminó ocho días antes de las negociaciones, ¿qué más quieren ustedes?... Nada de novelas repliqué. ¡Nada de novelas! repitió el señor Boulmet en el colmo de la estupefacción. ¿Dónde encontrará usted un hombre de treinta años que no haya tenido su novela?... ¿Su novela?... Sus novelas, su colección de novelas...

Habitualmente encuentro muy bien al señor Boulmet, pero hoy me es sencillamente odioso... Su cráneo desnudo me parecía el receptáculo de un mundo infinito de malos pensamientos; aquellas dos cositas brillantes que esconde bajo sus anteojos de oro despedían para fulgores satánicos, y hasta su bigote gris, de aspecto ordinariamente bondadoso, tomó a mis ojos una significación agresiva.

Hízome estremecer su perfecta levita negra abierta sobre una correcta corbata, y el alto cuello en que el señor Boulmet aprisiona las gracias conquistadoras que le quedan, me pareció una alusión directa a la dicha del matrimonio. El señor Boulmet me conoce demasiado bien para no echar de ver que su visita, o más bien, su objeto, me entusiasmaba poco.

Es muy singular siguió diciendo el señor Boulmet. ¿Querrá usted creer, señora, que su nieta de usted no es una excepción y que existe esta antipatía por el matrimonio en una gran parte de mi clientela?... Así como las jóvenes sencillas y sin gran instrucción ni dote parecen entusiasmadas por el matrimonio, las dotadas de talento y fortuna manifiestan respecto de él una frialdad significativa.

Señora respondió Boulmet, el señor Desmaroy es un hombre de honor. ¿Qué tiene que ver el honor de un hombre con esta especie de cosas?... ¿Ignora usted, acaso, que hay hombres que se jactan de pagar sus deudas y no temen faltar a sus juramentos? El honor humano es poca garantía cuando se trata de la fe conyugal. El señor Desmaroy tiene principios religiosos, de modo que...