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Esto prueba una tradicion primitiva, cuya noticia ha pasado de padres á hijos, y que si bien ofuscada y adulterada, no ha podido borrarse de la memoria de los hombres.

Gláfira tenía un círculo amoratado de la extensión de un dirhem. Más de un año dijo Abu Hafáz tardará en borrarse ese signo. ¿Cómo has de atreverte a volver con él a la presencia de tu antiguo amo? Ya eres mía; pero antes de que se borre la marca con que te he sellado, conquistaré un trono y serás reina conmigo.

Después, solo el anteojo percibe cual blanca gaviota posada sobre un copo de espuma, el torreón del faro: más tarde, la espuma se funde en el Océano, la gaviota desaparece en los mundos de la luz, la bruma se disuelve en los cielos, y al borrarse en la retina la última línea de la ciudad murada, se abre un nuevo registro en los misterios de los recuerdos.

Los hombres que habían acudido para conducir aquellos despojos a la tumba, le trasladaron a Salzburgo. Las profundas impresiones que había recibido no eran de naturaleza que pudiesen borrarse prontamente. Pasó un mes antes de que su espíritu se hubiese repuesto de aquellas emociones violentas.

En sus conversaciones casi llegó á borrarse la línea infranqueable que los separaba. Mas de repente, y sin que Laura diera motivo para ello, Pedro cayó de nuevo en una timidez y una reserva inexplicables. No sólo prescindió de las frases familiares y de los modales descuidados en su presencia, sino que hasta evitaba el mirarla frente á frente.

Su tocado era sencillo y sus maneras distinguidas. En cuanto a su fisonomía, se grabó en mi memoria para no borrarse de ella nunca. Y, ¡todavía la veo en este momento! Sólo algunos minutos tardaron los viajeros en cambiar de tiro; después siguieron rápidamente su camino.

Pero entonces puse atención, y vi adelgazarse su rostro cada vez más, de día en día borrarse los colores de sus mejillas, y hundírsele los ojos más profundamente. Ya no cantaba, y su risa tenía una entonación de cansancio y velada, tan particular que me hacía sufrir al oírla, y más de una vez estuve a punto de gritarle: «¡No te rías

Su inteligencia era, sin duda, tabla rasa, pero tabla bruñida, tersa y maravillosamente adecuada para que los conceptos se grabasen en ella con prontitud, se ordenasen allí sin confusión y distintamente y persistiesen luego como indelebles signos, sin borrarse ni alterarse nunca. La vanidad y el afecto de tío movían al doctor López a pensar así de su sobrino D. Pepito.

Hasta la noche no volvió a fijar la atención en un punto de su vida, que parecía alejarse y disminuir y borrarse, como las naves que en un día sereno se pierden en el horizonte. Como quien recuerda un hecho muy antiguo, Pablo dijo: ¿No ha parecido la Nela? Díjole Florentina que no, y hablaron de otra cosa. Aquella noche sintió Pablo a deshora ruido de voces en la casa.

Tenía el pelo rojo, el rostro lleno de pecas, y sus pupilas grises eran tan claras que parecían borrarse a cierta distancia, haciendo el extraño efecto de los muertos ojos de una estatua.