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Los comerciantes, cuyos nombres me eran tan familiares hace sólo seis meses, estos hombres del tráfico que parecía ocupaban una posición tan importante en el mundo, ¡cuán corto tiempo se ha necesitado para separarme de todos ellos, y aun para borrarlos de la memoria, hasta el punto de haberme sido preciso un esfuerzo para recordar el rostro y nombre de alguno que otro!

Además, me decía yo, aunque el sello de casta y el de nacionalidad sean indelebles, sin que acierte a borrarlos o a confundirlos la continua convivencia y el íntimo comercio espiritual, en esta época en que tanto se escribe, se lee y se viaja, en este siglo del vapor y la electricidad, del ferro-carril y del telégrafo, todavía no logro persuadirme de que haya también un sello de provincialidad, como hay sello de nación, de tribu o de casta.

Si es que te dan pesadumbre algunos hechos de tu vida pasada, no trates de borrarlos con una vergüenza mayor dijo Relimpio, sintiéndose dotado por la Providencia, en aquel instante, de una lucidez filosófica que no era propia de él . Lo mejor es que borres lo pasado con una conducta ejemplar. ¿Quieres un nombre, una posición? Pues yo te daré ambas cosas.

Todo eso lo atribuía yo a la emoción violenta del momento y a los pesares de los últimos años; debían presentarse en su alma con una intensidad tanto más grande, cuanto que sentía apuntar para ella una nueva felicidad que iba a borrarlos para siempre. »Y nuestra primera visita, Olga le digo, será al cementerio.

No sabía de su familia sino que su madre era inglesa y su padre primo lejano del comandante; y la tía Liette los reemplazaba tan bien a los dos, que no hubiera dependido más que de ella el borrarlos completamente.

El no haber dado crédito á los sabios consejos de los Misioneros y el admitir de nuevo públicamente la amiga, son la causa de esta mi sempiterna desventura, oid vosotros de buena gana la santa doctrina y poned en ejecución cuanto en bien de vuestras almas se os enseña, para que no vengais conmigo á llorar inconsolablemente en el infierno aquellas culpas y yerros que para borrarlos no me será bastante una eternidad de suplicios