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El grupo de valentones se volvía á Blefuscú, anunciando su partida en la primera máquina voladora que saliese al amanecer para su país. Los que se quedaban no podían ocultar su satisfacción al verse libres de unos matones que tanto abusaban de ellos. Gillespie consideró este viaje repentino, preparado con ostentación, como una certeza de que el golpe contra él sería aquella misma noche.

Lo primero que acordaron las mujeres fué suprimir las naciones con todos sus fetichismos patrióticos provocadores de guerras. Ya no hubo Liliput, ni Blefuscú, ni Estado alguno que guardase sus antiguos nombres y diferencias. Todos se federaron en un solo cuerpo, que tomó el título de Estados Unidos de la Felicidad.

Algunas naciones se constituyeron en República; otras fueron monarquías; unas cuantas, con el título de Imperios, restauraron la autoridad despótica y terriblemente paternal de los antiguos soberanos. Nuestra nación, al recobrar sus primitivos límites, creyó oportuno quedarse con dos provincias de Blefuscú, fundándose en confusos derechos históricos.

Este había tenido que salir en las primeras horas de la mañana para la antigua capital de Blefuscú, pero volvería al día siguiente. Con las máquinas voladoras era fácil dicho viaje, que en otras épocas exigía mucho tiempo. El gobierno municipal de la citada ciudad le había llamado urgentemente para que diese una conferencia sobre el Hombre-Montaña, explicando sus costumbres y sus ideas.

Y los de Blefuscú se prepararon á su vez para una tercera guerra.... Al mismo tiempo había luchas sangrientas entre los demás países poblados por gentes de nuestra especie. Ninguna nación podía conformarse con sus límites actuales. A la adoración de los antiguos dioses había sucedido la idolatría de unos trapos de colores llamados banderas.

A la mañana siguiente de su vuelta de la antigua capital de Blefuscú se presentó con un nuevo regalo para el coloso. Su amigo el profesor de Física, que apenas si se acordaba ya del accidente maternal de pocos días antes, le había fabricado un aparato para que Gillespie pudiese escuchar considerablemente agrandados los ruidos que resultan ordinarios en la vida de los pigmeos.

Cuando el profesor Flimnap regresó de su viaje á la antigua capital de Blefuscú, fué sin pérdida de tiempo á visitar al gigante para darle excusas por su ausencia. Vivía en perpetuo asombro á causa de la enorme gloria que había caído sobre él, con acompañamiento de ganancias no presentidas ni aun en sus momentos de mayor ilusión.

El primero, según el testimonio de viejos cronistas, acabó siendo un traidor al Imperio de Liliput que le había dado hospitalidad, pues se fué con los de Blefuscú, que eran entonces enemigos. Además, al regresar á su monstruosa patria, publicó, según vagas noticias traídas por Eulame, un libro en el que ponía en ridículo á todos los liliputienses.

Los que le rodean, gentleman, son personas de malos antecedentes, pero no creo que todos ellos vayan á intervenir en el crimen. Según mis informes, los únicos que han tomado algún dinero para ejecutarlo y desean ganar el resto de la cantidad son esos bigotudos de Blefuscú, que tan orgullosos se muestran de su fuerza. No los pierda nunca de vista, pues en ellos está el peligro.

Como Blefuscú y nosotros estamos separados por el mar, nos lanzamos á una rivalidad devoradora de nuestras riquezas y de nuestro trabajo. Estudiábamos ansiosamente su flota para que nuestra flota resultase superior.