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Apenas subió al trono dirigió sus armas contra el reino de Granada: guerra que fué todo el fundamento de su grandeza; pues divertidos los grandes de Castilla con las batallas no cuidáran de las novedades políticas, i de advertir la autoridad que el rei iba acrecentando cada dia á costa de ellos, manteniendo con los bienes del pueblo i de la iglesia los ejércitos que le iban dando tanto poderío.

Con la riqueza habían llegado los hombres negros, que se hacían los amos de todo, que se apoderaban de las conciencias, acabando por poner sus manos en los bienes materiales. Si la riqueza de la villa se agotara de pronto, aquellas aves de tristeza levantarían el vuelo hacia otros países. El suelo sería más pobre, pero renacería en él como planta de consuelo la alegría de la vida.

Del abad Sanson, que en el tiempo á que nos referimos tenia 42 años, consta, que se valian de él los reyes de Córdoba para traducir del arábigo al latin las cartas que dirigian al rey de Francia. «Concluida la oracion, id libremente. Proporcionaos los bienes que el cielo ha dispensado á los humanosSura LXII. El viernes, vers. 10. Florez, loc. cit.

Llegaron la señalada y requirieron a la huéspeda que venían de parte del Santo Oficio y que convenía secreto. Temblaron todas, por lo que yo me había hecho nigromántico con ellas. Al sacarme a callaron; pero al ver sacar el hato pidieron embargo por la deuda, y respondieron que eran bienes de la Inquisición. Con esto no chistó alma terrena.

Que a ella y a se nos han revelado... los misterios inefables, digo... nos llevan a un éxtasis delicioso, de que no pueden participar las personas vulgares. ¡Llamarme a persona vulgar!... La vulgaridad consiste en estar muy apegada a los bienes terrenos... es decir, en hacerle mimos a la bestia.

Si bien fué Madrid la primera y principal residencia del arte dramático, por concentrarse en él todo el poder y todo el brillo de la nación, también se erigieron en todas partes escuelas dramáticas análogas, que extendían más, con rapidez maravillosa, las excitaciones recibidas de la capital, y transformaban las creaciones del gran poeta en bienes comunes á la nación entera.

De usted para nada más.... Después usted dará cuenta de lo sucedido a su señora esposa... o no se la dará; eso allá usted... porque yo no me meto en interioridades.... Al fin usted será, naturalmente, el administrador de los bienes de su señora... y aunque yo no si estos son parafernales o no... porque no entiendo... y... sobre todo no me importa, y, al fin, el marido suele administrarlo todo... eso es; tal entiendo que es la costumbre... y como la ley no se opone....

Era muy vieja, casi octogenaria, y su muerte está en el orden, evidentemente... Por desgracia, no le conozco ningún pariente próximo, y tengo que ejercer derechos como heredero a una parte, al menos, de sus bienes. Su fortuna es la que el señor de Boivic legó a mi madre... ¿comprende usted?

Si es accion del prudente y del discreto hablar de Vénus bien, en esta parte, perdóneme lo noble del concepto. De estos fulleros con industria y arte se alimenta cruel y vengativa, y tus bienes carisimos reparte. Quien en sus manos da, quiere que viva á las leyes sujeto de fortuna. Dichoso que en brazos de la fama volaste hasta los rayos del Oriente, huyendo del incendio de esta llama.

Después, pasándose una mano por la frente, continuó: «He nacido en este castillo, teniendo ya dos hermanos, a los cuales debían ir a parar los bienes y los títulos de nuestra familia. No podía esperar, por consiguiente, más que la sotana y el manteo. Y no obstante, en mi cabeza fermentaban las ideas de ambición y de gloria.